Chiquito de la calzá - da

Él es Gregorio Sánchez Fernández, nacido en la Calsá de la Trinidad en Málaga el 28.05.1932 y mi candidato idóneo a la alcaldía de Málaga. Él es un hombre hecho a sí mismo, respetado y querido dentro y fuera de Andalucía, limpio de conductas como las chinos de los rebalajes, más popular que todos los ministros del gobierno y consejeros de la Junta de Andalucía juntos y tiene más honestidad, humanismo, sensibilidad y solidaridad que humor. Los partidos políticos con sus endogamias no le habrán ofrecido probablemente y seguro encabezar una lista electoral a ser alcalde de Málaga. Chiquito es demasiado y anularía a todos los funcionarios de cualquier partido. Tengo la suerte de haber nacido muy cerca de la Calsá de la Trinidad y la edad para llamar don Gregorio a Chiquito bastantes veces junto a mi padre. De hecho tengo una fotografía de los 40 delante mía donde Chiquito está prácticamente adolescente junto a mi padre Bartolomé Florido y otros artistas de Málaga. La foto encierra una parte muy auténtica de la Málaga del hambre donde había muy poco dinero pero sobraba ética, estética y dignidad para parar un tren. Los candidatos a la alcaldía de Málaga en estas elecciones no conseguirían probablemente ni el acta de concejal si Chiquito se presenta como candidato. El pueblo de Málaga es listo para elegir votando porque pasó por aquel rigor del hambre. Jacinto Benavente era un gran escritor pero jamás se manchó los botines en un charco de agua embarrada. Recibió un premio Nobel. Don Ramón María de Valle-Inclán se metía en los charcos de agua embarrada hasta que le llegaba hasta los calzones describiendo aquella conducta de los políticos en España y no le dieron un premio Nobel.

Bartolomé Florido Luque. Torremolinos

El Estado Islámico

Porque unas minorías fundamentalistas se hayan empeñado en interpretar el Corán a su muy personal manera, las mayorías estamos ahora más que nunca, en un peligro constante de muerte, dado que tenemos inmigrantes y mezquitas en nuestros paí ses, presumidamente en actitudes pacíficas e integradas teóricamente en nuestras sociedades occidentales. Pero la cuestión radica en que, ya de antiguo, estas etnias han estado muy envidiosas de nuestra evolución, incluso aprovechándose de las tecnologías que generamos y después, cuando las adquieren, las utilizan para cometer atentados indiscriminados porque «Alá es grande» y morir por defender la yihad es un honor que en el cielo tiene un premio muy tentador.

Desde que la entrada de la inmigración fue masiva en España en tiempos del exministro Caldera, esto ya no ha parado con papeles o sin papeles, y aunque digamos la expresión «invasión» que algunos consideran exagerada, ya los tenemos en todas partes, y mi pregunta es: ¿cómo saber dónde están estos elementos, para evitar que actúen cuando a ellos les parezca?

Sabemos que el sistema los investiga y que se hacen detenciones, pero delante del terrorismo oculto y silencioso que opera cómodamente y cuando quiere y puede, ¿qué derechos humanos les hemos de otorgar si ellos no los tienen con sus víctimas?

Opino que, intentando evitar cualquier tipo de racismo, me cuesta mucho aceptar la inseguridad de vivir en un estado de incertidumbre por no saber por dónde vendrán los tiros, porque ciertamente estamos ya llenos de experiencias sangrientas, y a ellos no les da miedo inmolarse muriendo en contra del infiel (nosotros), y de paso recuperar su añorado Al andalus. Pregunto: ¿la política es eficaz en ayudarnos a garantizar la seguridad ciudadana?

Lluís Vinuesa Serrate. Torremolinos