Detrás de toda historia hay un narrador que no suele ser inocente. Significa que narra a favor de algo o de alguien, a veces en contra de sí mismo. La pregunta que nos hacemos es quién está detrás del relato del accidente de Germanwings y, sobre todo, para quién trabaja. Repasa uno ahora, desde la distancia de los días, el ritmo con el que se nos han servido los acontecimientos y se le ponen los pelos de punta. Parece copiado de la cadencia narrativa de una serie de televisión. ¿Quién decidió administrar de ese modo los datos? ¿Por qué esa estructura capitular cuando, una vez escuchado el contenido de la caja negra, se disponía de todos los materiales que han dado forma al conjunto? Decimos esto suponiendo que no nos sorprendan con nuevas revelaciones.

Parece haber detrás del asunto una inteligencia maligna e interesada en que lo último que supiéramos los lectores ingenuos de periódicos fuera la cuestión de los golpes en la puerta de la cabina y ese «por Dios, abre la maldita puerta» del comandante de la nave. Ese final desesperado, con el que no es difícil hacerse una idea del pánico de los pasajeros, se conocía ya cuando se nos habló de la respiración del copiloto. Pero como la respiración era tranquila, podíamos suponer, en su beneficio, que quizá se había desmayado o dormido (¿por qué no añadir la narcolepsia al florido conjunto de síntomas que se nos viene ofreciendo?). No había que precipitarse, en fin, en la búsqueda del culpable. En alguna parte se decidió que se nos serviría todo en pequeñas dosis. ¿Para qué? He ahí la gran interrogación, me alegro de que me haga esa pregunta.

Es la que seguramente vienen haciéndose los familiares de las víctimas. En fin, no sé, no sabemos nada, no tenemos ni idea. En ocasiones, incluso en ocasiones tan trágicas, hay quien tiene un ojo puesto en el comportamiento de la Bolsa, muy sensible a las novelas por entregas. Quizá la historia, finalmente, se les escapó sin querer, como se escapa el aire de una rueda pinchada. Alguien intentó que no supiéramos todo lo que le pasaba al copiloto porque era un modo de averiguar todo lo que le pasaba a Lufthansa. Y le pasaba algo muy gordo.