De «muy brillante» se ha calificado a la Semana Mayor, la cual ha superado todas las expectativas iniciales desde el referente turístico, con un aumento de la ocupación hotelera de un 97,5% y un efecto económico, originado por los cortejos procesionales, los museos y un clima extraordinario, de 34 millones de euros, 5 más que en el ejercicio anterior, según el informe elaborado por el área de Turismo del Ayuntamiento. De «ilusionante» para muchos ha sido la confirmación del descenso del paro (2,42%) en la provincia de Málaga (la tercera mayor caída nacional, tras las Islas Baleares y Madrid), logrando reducir su cifra de desempleados en 4.761 personas y dejando un montante de 191.899 parados. Alentador, sugieren, pero habría de realizarse un análisis más preciso de la tipología de contratos firmados para no generar vanas perspectivas.

Informaciones que nos deberían cambiar la actitud hacia visualizaciones más optimistas y comenzar a hallar algo de luz al final de este largo túnel, excavado desde hace más de siete años. Pero si en los entornos políticos la culminación de esta histórica semana huele a resurrección económica; en los contextos ciudadanos, este resurgimiento no se percibe aún de una forma viva y tangible. No perdamos la fe -ahí están los números publicados-, sin embargo, el milagro del empleo estable y la dinamización de una economía circulante aún están por definir, concretar y desarrollar. Recuerdo a José Luis Sampedro, escritor, humanista, economista y político, cuando nos invita a observar a la opinión pública y dice: «Ésta está influida por los medios de comunicación y los medios están en manos de quienes mandan y los que mandan favorecen a los que dicen lo que a ellos les conviene€ Así que la opinión pública es, sobre todo, opinión mediática». Tras un septenario intenso, nos toca reflexionar.