El pasado fin de semana se celebró en Indianápolis la Final Four del baloncesto universitario de Estados Unidos, un evento que paraliza aquel país hasta el punto que en la noche de la final no hay baloncesto en la NBA. Este año llegaron a esta Final Four tras lograr vencer en sus respectivas conferencias en el Sweet Sixteen (así se denomina el torneo en su fase final) las universidades de Michigan State, Duke, Kentucky y Wisconsin, cuatro universidades de gran tradición dirigidas por cuatro entrenadores de enorme prestigio.

El título se lo llevó Duke en una final muy apretada contra la universidad de Wisconsin. Y lo hizo como siempre me enseñaron aquellos entrenadores de los que tanto he aprendido y que han marcado el baloncesto en el que creo: mostrando la mejor defensa de los cuatro equipos que disputaban el título.

En Duke pudimos ver al que todos dicen será el número uno del próximo draft de la NBA, Jahlil Okafor, y a un base que destrozó la defensa de pick and roll de Wisconsin con su tiro tras bote, Tyrus Jones. Pero no hay duda alguna de que la estrella de esta universidad es su entrenador, MIKE KRZYZEWSKI (hay que escribir en mayúsculas el nombre de este señor). Coach K, como todos conocen a este entrenador por su impronunciable apellido, ha ganado por quinta vez la Final Four universitaria y debe ser toda una institución para todos los entrenadores de formación. Ver a su equipo defender, a sus jugadores tirarse al suelo por un balón, sobreponerse a las adversidades propias de una final o que aparezcan siendo fundamentales para la victoria jugadores de rotación con los que nadie contaba, como pasó con Grayson Allen, demuestra las capacidades de este grandísimo entrenador.

Coach K no es solo grande en el baloncesto universitario. Todos sabemos del cambio brutal que ha dado la selección norteamericana desde que él se hizo cargo de la misma. No en cuanto resultados, puesto que son prácticamente invencibles, sino por el cambio de actitud que se ha visto en los jugadores que selecciona para cada competición. Él ha eliminado esa prepotencia con la que se presentaban esas estrellas de la NBA, sabiendo que eran superiores a todos sus rivales, protestando cada decisión arbitral y mirando por encima del hombro a sus adversarios sin emplearse siquiera al cien por cien para conseguir los títulos.

Ahora, ver defender a todos los jugadores del USA Team como un equipo, sin quejarse de los árbitros y mostrando el máximo respeto por sus rivales, es una enseñanza para todos aquellos que nos sentimos entrenadores. Este mismo verano en el mundial disputado en nuestro país, Coach K al frente de su equipo dio una lección de humildad y grandeza a nuestra selección.

Pero además de la lección de baloncesto defensivo que me he llevado gracias a sus Duke en esta Final Four universitaria o a su USA Team cada verano; además de aprender de la importancia del contraataque o que los entrenadores debemos simplificar los ataques de nuestros equipos y dar rienda suelta al talento de nuestros jugadores para que se formen y sean ellos los protagonistas, me ha encantado ver el trato que este señor tiene con sus chicos.

Fue emocionante (consiguió que se me hiciera un nudo en la garganta) ver justo al finalizar el partido final cómo abrazaba a sus chicos, cómo los besaba con las lágrimas en los ojos, cómo sus jugadores lo buscaban para mostrarle su respeto, para abrazarse a él, seguro que para agradecerle diciéndole al oído lo muchísimo que han aprendido de él, lo importante que es él para ellos.

Y es que eso es baloncesto de formación. Por supuesto que tenemos una responsabilidad tratando de enseñar a nuestros jugadores a ser mejores, a que aprendan a jugar. Pero también somos responsables, con mucha mayor importancia, de formarles como personas integras educándolos y preparándolos para la vida. Y no hay otra fórmula para ello que hacerlo con la máxima exigencia pero con amor, cariño, respeto y desde el corazón.

Señor KRZYZEWSKI, mi más sincera enhorabuena y admiración. Solo espero nos siga enseñando a aquellos que, como usted, aunque a otro nivel muy inferior, nos sentimos entrenadores de formación.