Me pregunta un amigo qué opino sobre lo de Juan Fernando López Aguilar y a estas alturas todavía no sé qué contestar. Y mira que da juego eso de que el ministro que impulsó la Ley contra la Violencia de Género se encuentre ahora acusado de maltratar a su exmujer, pero es un tema tan embarrado que me parece imposible dar una opinión. Ahí tenemos a un político, hasta ahora aparentemente intachable, acusado de insultar, menospreciar y pegar a su exmujer. Y a ella, a la que ni conocíamos ni teníamos por qué conocer pero cuya imagen va circulando por todos lados, acusada de mentirosa y de borracha.

En medio están los hijos, los hijastros, las hermanas, los vecinos... Que si discutían, que si el ojo morado era por un golpe, que no, que era por un accidente casero, que si la llamaba gorda y sin tetas, que si se daban los dos, que si ella provocó un incendio al dejarse la sartén en la vitro tras tomar varios gintonics, que si ella esta despechada, que si él tenía una amante, que si ella se ha inventado todo para tener la custodia, que si él era antipático con los vecinos... ¡Socorro! Y todos hablando, él utilizando como argumento en su defensa que ella no se ajusta al perfil de la mujer maltratada, como si hubiera un perfil, mientras se lee de todo en las redes sociales con miles de personas que dan por hecho que el exministro es un maltratador diga lo que diga y otras tantas que dan por hecho que ella miente diga lo que diga.

Hay quien asegura que el que ella no le denuncie es una muestra evidente de que es una maltratada sometida. Hay quien afirma que él está tomando de su propia medicina ante la indefensión en que la ley de Violencia de Género deja a los hombres. Se puede leer, ver y escuchar de todo estos días sobre este caso alimentado por los propios protagonistas que, no sé si con el objetivo de explicarse y defenderse, están dándonos carnaza hasta el empacho. Lo único contrastado aquí es que la Fiscalía de Violencia de Género de las Palmas entiende que hay «indicios iniciales» de posibles malos tratos por parte del exministro a su exmujer y que el PSOE ha optado por suspenderle cautelarmente de militancia y apartarle de la delegación socialista española en el Parlamento Europeo.

Lo otro es ruido, un ruido sobre personas con su vida y sus carreras, con familias y menores de por medio. Por eso, antes de opinar en los periódicos, en la tele, en el facebook o en el bar quizá deberíamos pararnos un poco y asumir que, de este, como de tantos casos, no tenemos ni puñetera idea. Mejor sería esperar a que sea la justicia la que dictamine si él es un maltratador o ella una mentirosa y entonces, si no se actúa, sí habrá mucho sobre lo que opinar.