Movimientos previos: por un lado, diferenciar la propia opción para que el elector pueda distinguirla, con fuertes codazos a los competidores (nadie cree en programas); por otro, ir tendiendo a la vez puentes virtuales con esos mismos posibles aliados, para preparar los ánimos. Estos movimientos serían las contracciones. En paralelo, hacer listas, tratando de encajar los empujes de los aspirantes, evitando que rompa la membrana del partido, un proceso convulso y angustioso, como todo tiempo prenatal. Sería el encaje en la cavidad pélvica. Luego elecciones: desbordamiento del proceso por la fuerza suprema de los votos en las urnas, que remansa en escrutinio y resultados. Es la rotura de aguas. Después, con los pactos, nace un nuevo sujeto político. Es el parto del poder (antes de los pactos era nasciturus), tan angustioso y emotivo como todos. Pero ahora estamos en las contracciones.