El Fondo Monetario Internacional nombra directores con derecho de pernada, literal o solo pecuniario. Bárcenas quedaría descartado como candidato, por escaso currículo penal. El provechoso acceso a dicho cargo de Rodrigo Rato a instancias de Zapatero demuestra que el presunto delincuente es una creación conjunta de PP y PSOE. Al margen de los hechos cada vez más abrumadores, populares y socialistas deberán explicar por qué sacrificaron la proverbial voracidad que les llevó a monopolizar el Estado, para entregarse al alimón a la defensa de un solo hombre. El PP/PSOE salvaría al eterno vicepresidente de Aznar antes que a la Infanta Cristina, perdón por la blasfemia. La doctrina Botín/Borbón/Rato se nutre únicamente de linajes selectivos, todos ellos con cuentas pendientes en el paraíso.

En los casos doctrinales de inocencia garantizada, los agraciados se refugian en la herencia recibida, en este caso de sus padres y no de un partido rival. Por lo visto así en Pujol como en Rato, dos herederos millonarios, el patriotismo no paga impuestos o desgrava notablemente. De nuevo, quienes atizaban la hoguera del presidente de la Generalitat se esfuerzan ahora por limitar los daños colaterales para el inmaculado Aznar. El director general de la Agencia Tributaria en el primer ejecutivo del añorado líder providencial del PP, Ignacio Ruiz-Jarabo, descalifica de oídas la operación contra su antiguo jefe, además de reseñar su papel «histórico». Remacha el clavo González Pons, con su acreditada torpeza. Todo fue un desliz. Según estas caritativas versiones, Rato se embruteció el mismo día en que el Aznar a quien había creado al imponérselo a Fraga le negó el título de sucesor.

Estas narraciones de parte solo se contradicen con los hechos. Si el fraude fiscal a gran escala, por no hablar del blanqueo de capitales investigado, no influyen en la valoración del vicepresidente económico más longevo de la historia española, Irak tampoco debe afectar a la valoración de Bush. Y qué hermoso día amaneció el 11 de septiembre de 2011 en Nueva York, si descontamos los atentados. Los apasionados defensores de Rato se hallan a un paso de concluir que carecía de conocimientos sobre la declaración de la renta, porque es abogado y no economista. Al fin y al cabo, el argumento de la ignorancia millonaria se ha explorado sin rubor en los casos de Pujol y de la Infanta más inteligente de la dinastía en el trono.

Al margen de la calificación criminal, Rajoy amnistió a su colega Rato con un perdón especialmente diseñado y una cuota famélica del diez por ciento. Simultáneamente, el mismo Gobierno maltrataba a las clases medias con una ferocidad inaudita. De ahí que el gerente fugado del FMI haya liquidado al PP/PSOE, un magnicidio que no solo tiene consecuencias hacia el futuro. Con perspectiva, en los setenta se llevó a cabo la transición de los defraudadores fiscales a gran escala. De un tajo, el presidente del Gobierno se ha quedado sin su eslogan electoral de la experiencia frente a los experimentos. Visto el comportamiento de los profesionales veteranos de la política, ningún «amateur» desdeñado por La Moncloa sería capaz de empeorarlo.

Se llega así al punto más cómico, donde se pretende que Rajoy no se lava las manos sino que se las frota, ante la desgracia de Rato. Amputarse un brazo para demostrar entereza implica un acusado nivel de desesperación. Sustentarse en el nietzscheano «lo que no me mata me hace fuerte» supone olvidar las condiciones enajenadas de los últimos años de Nietzsche. Además, Rato no se ha apeado del coche oficial. Pese a la imagen escalofriante de su introducción en un vehículo con una mano ajena en el cogote, sigue siendo un privilegiado. Fue imputado mientras simultaneaba jugosos contratos con Santander, la Caixa y Telefónica, un triplete lejos del alcance de cualquier ciudadano honrado. Y la acción de la justicia protege paradójicamente al número dos de Aznar de la ira social.

(Rato comía, cenaba y viajaba a todo trapo y al margen de debilidades más sensuales recogidas en su carnet de abuso de las tarjetas black pagadas con los ahorros de los preferentistas. En los ágapes por cuenta ajena se rodeaba de los obligados periodistas, encantados de ejercer de bufones del poder y madrileños en su mayoría absoluta. Estos gurús mediáticos se ven obligados a comentar ahora los presuntos delitos de su anfitrión. Aunque su imparcialidad queda fuera de toda sospecha, los líderes mediáticos suavizados con freebies o momios de las instituciones de Rato debieran aclarar este conflicto de intereses antes de enarbolar la «presunción de inocencia» o el «asunto estrictamente personal» que exculparía a su señor).