No ha habido morbo en las semifinales. El superpartido del siglo podría disputarse en Berlín si Madrid y Barcelona llegaran a la final. No ha habido bolas frías y calientes como antaño. El sorteo ha sido puro y, sin embargo, en teoría, el más beneficiado ha sido el Madrid, como en los tiempos de Raimundo Saporta, porque la Juventus era el más deseado de las tres oponentes. En muchos medios habrá ese titular de final anticipada con el enfrentamiento entre barcelonistas y muniqueses. Con la anécdota añadida de la presencia de Pep Guardiola en el banquillo visitante.

El sorteo ha echado por tierra la pretendida maniobra de la UEFA, según la cual, no deseaba que se pudiera llegar a una final española. La puede haber. La ilusión de los aficionados barcelonistas y madridistas es citarse en Berlín. La ilusión de los muniqueses es presentarse en el flamante estadio de la gran ciudad alemana, lo que casi es jugar en casa, para optar a la conquista del más preciado trofeo que se disputa entre clubes de fútbol. Ni siquiera la Copa Libertadores puede compararse. Sobre todo, después de la constante caída de los equipos argentinos y uruguayos dada la necesidad de las ventas lo que traslada a sus mejores a Europa.

Barcelona y Bayern tienen ahora componentes futbolísticos en parte similares porque en ambos lugares ha predicado su idea el profeta Pep Guardiola. La diferencia estriba en que los azulgrana llevan el sistema en el ADN, mientras que los bávaros únicamente practican la fórmula en determinados momentos. Sus variantes son muchas y la formación del equipo dista bastante del barcelonés.

El Bayen ha basado sus últimos triunfos, más que en la dirección de Guardiola, ahora algo más discutida, en los hombres de su conjunto. Neuer es el mejor guardameta alemán y uno de los mejores del mundo. Cuando Robben está bien físicamente, al igual que Ribery, los ataques por las bandas son difíciles de parar. El Bayern no solamente cuenta con Lewandoswski como especial delantero. A su lado hay jugadores con facilidad para marcar como Muller, cuyo apellido recuerda al gran «Torpedo» de la generación de Beckembauer.

No lo tendrá nada fácil el Barça. El adversario aporta fortaleza física, homogeneidad en las tres líneas y ha recuperado a Thiago Alcántara para que en el centro del campo, además de hombres como Schwensteiger, haya toque de balón y espíritu guardiolista. Su reaparición es, al tiempo, buena noticias para la selección española.

Los madridistas no lo dirán, pero en el fondo deseaban a la Juve. Su entrenador, Ancelotti, conoce sobradamente al adversario. El Madrid no tiene otro problema que la recuperación de sus lesionados. No llegará Modric pero sí estarán en el conjunto Benzema y Bale. Con ellos, la potencialidad goleadora será superior a la juventina. Este conjunto cuenta, como gloria, con uno de los mejores jugadores del mundo, uno de los genios de la creación. Pirlo, pese a los años, y a que juega caminando más que corriendo es la fórmula mágica de su conjunto.

La Juventus acudirá al Bernabéu con el ex madridista Morata y con el ex rojiblanco bilbaíno Fernando Llorente. Ha alcanzado mayor crédito el primero, pero sus relevos no ofrecen grandes diferencias. Junto a Pirlo, la seguridad de Buffon y el carácter luchador de los Chiellini, Vidal o Tévez componen algunas de las grandes virtudes del conjunto. El Madrid, que eliminó al Atlético, jugó al estilo italiano y la resultó beneficiosa la experiencia. Enfrente estará un conjunto italiano de pura cepa.