Parece que se deshace ese ejército de hunos que asomaban por el horizonte y que era el polvo y el ruido de los caballos al galope y no los guerreros con sus pertrechos de guerra lo que sigue provocando tanto miedo. Son fieros y han extendido su leyenda por todos los paisajes que recorren pero yo digo que ya están aquí, que han traspasado las fronteras del Imperio y que han venido para quedarse en esta tierra nadie sabe por cuánto tiempo.

Sí, entre esos pueblos de las estepas, los hay como Iglesias, Monedero y Errejón que no ofrecen dudas acerca de lo que son capaces. Muy distintos son otros, éstos presentables y hasta en el Ibex 35 de la política y ya frecuentadores de los salones sociales más exquisitos, como Albert Rivera y sus huestes, pero lo cierto es que también aquí hay algunos vividores, muy pocos, que han aprovechado la confusión de la velocidad y el tiempo para infiltrarse en sus filas y medrar cuanto puedan y por los años que puedan. Por eso, cuando hay un secuestro con rehenes y éstos pueden huir tienen que hacerlo con las palmas de las manos en la nuca y son identificados por los policías a la salida del edificio asaltado para evitar que se escapen entre ellos los bandidos.

Los hunos han propuesto, hasta con desparpajo, una policía fiscal, una especie de Stasi ibérica, y no nos hemos querido dar por enterados, creemos que si cerramos los ojos, como hacen algunos niños, el peligro pasará y el sol volverá a brillar de nuevo como cada mañana. La verdad es que los que urdieron la detención de Rato, también con policías, Aduanas, fiscal y demás parafernalia oficial, se retrataron. Y Rajoy dice que se enteró por los periódicos, sí, por los periódicos. Quizá padezca el síndrome Dunning-Kruger, un sesgo cognitivo por el que un individuo con escaso conocimiento sufre un efecto de superioridad ilusoria, en este caso por el empleo de la fuerza para demostrar(se) no se sabe qué.

Pero me preocupa más el caso del niño de Barcelona que mató a un profesor -Abel Martínez Oliva, de sólo 35 años- e hirió a cuantos pudo en su incursión al centro escolar. La prensa se ha deshecho en exculpaciones del menor, que si brote psicótico, que si la sociedad es la culpable -Jeanette cantaba «soy rebelde porque el mundo me ha hecho así»- pero ni una palabra sobre la víctima y sus deudos. Es más progresista no plantearse si detrás de todo esto está el actual modelo educativo (léase LOGSE) que tapa toda miseria humana, que no educa en valores, que relativiza y que convierte a los verdugos en víctimas. ¿Convivir o convivir? Que se lo pregunten a Gonzalo Guijarro, profesor de instituto, ahora jubilado, en su momento perseguido por algún inspector por plantar cara en los tiempos de Juan Alcaraz en Educación, que dimitió muy poco después. Coincidí con el ex delegado en Tánger, y con Puri Pineda, Pablo Aranda, Álvaro García, Cumpián€ una excursión que nos preparó Alfredo y a la que acudió De la Torre -con el inolvidable Illa, tenemos que quedar, Rafael- para cenar con el alcalde marroquí en su maison. Dormíamos en el Minzah, aunque poco. Pasaron los años y una noche, la pasada semana, a la salida de La Reserva, me encuentro en animada charla al consejero Pepín Sánchez Maldonado, gran persona que lo ha hecho muy bien en la Junta, y a Gómez Angulo, quien fuera senador, parlamentario andaluz y no sé cuántas cosas más, y que sigue oficiando de cirujano cardiovascular y del que no sé ya en qué órbita estelar se mueve, y me cuenta la historia periodística de Javier Mérida al otro lado del Atlántico. Magnífico habano el de Gómez Angulo. ¿Verdad, Paco Jurado? Ahora, el otrora secretario de organización de UGT, quiere ser miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo; y Abdeslam Lucena desafía al PP, ¡qué fichajes hace el PP!

Me consuela, silente y ya muy tarde, Almudena Vega en Animales de vidrio (2014):

Ahora estoy en la punta de la flor haciendo equilibrios/con todo el cuerpo ardiendo entre los codos,/ahora la piel del guepardo/plegándose./

Desde la cama la sombra de la lámpara es un girasol,/los objetos son el resultado de haber tocado el mundo;/un adiós no definitivo,/la estrella cruza verde su rareza./

La sombra de mi pelvis es un crucifijo/por haber tocado el mundo.

cima@cimamalaga.com