En el patio del museo Jorge Rando, en la Cruz del Molinillo de Málaga, hay un mandarino centenario. Tiene hojas abigarradas y tan verdes que parece selvático. Fue lo único salvaje que vivimos anteayer quienes asistimos, convocados por la cátedra Unesco de la UMA que dirige el profesor de periodismo Bernardo Díaz Nosty. El resto fue urbano, civilizado, culto y participativo. Ágora y polis en versión patio "donde madura el limonero", o el mandarino, en este caso. Un verdadero foro de debate sin necesidad de estar aforado.

El profesor Teodoro León Gross analizó con altura el parqué sociopolítico español, al que se agarran con fuerza, o por el que pueden resbalar demoscopia abajo, los partidos emergentes llamados a desintegrar el bipartidismo institucional, o mejor, el duopolio establecido en el poder y sus distintos repartos por toda la piel de las Españas. Para no ser acusado de parcial, y aunque no lo fue, León Gross recordó a los asistentes sus simpatías por Ciudadanos, partido en ascenso vertiginoso en los sondeos y que muchos ya ven como la opción electoral del centro derecha para el resto del siglo XXI en España, (para otros es la marca blanda del PP en una burbuja de representatividad que caerá igual que sube, como la espuma de los días).

La otra ponente fue la catedrática de Derecho Constitucional María Luisa Balaguer, socialista pero ya no sé si del PSOE. A Mª Luisa siempre la recuerdo como alumno en aquella facultad de entonces, en la barriada malagueña de El Palo. Aquella promoción de juristas, interruptus en mi caso, tuvo el privilegio de estudiar junto a la playa y jugar a las cartas en el chiringuito de al lado. La profesora Balaguer dejó claro que una reforma constitucional podría cambiar la política y las cosas, no sólo el articulado luego inaplicable. Y puso su documentado dardo en el miedo a una involución violenta con que se pactó la Transición. El profesor León Gross reivindicó la gran valía, en cambio, de aquel pacto basado en las generosas renuncias de cada partido y la gran talla política de quienes los representaban.

Y se habló del mérito de Podemos (se simpatice o no con esa opción) por haber inoculado en una parte de la sociedad española las ganas de participar en el debate político. Su reto ahora es conseguir la transversalidad de voto necesaria para "asaltar los cielos" y no acabar por los suelos. La irrupción de Podemos y Ciudadanos ha puesto un petardo en el culo-sillón de los más instalados en la cómoda alternancia sin tercero en discordia. Pero ante la "emergencia" de esos partidos esa comodidad se ha terminado. Como abril€