Lo dijo el otro día el ministro de Justicia, el en apariencia moderado Rafael Catalá: que habría que multar a los medios de comunicación que informen de sumarios que estén bajo secreto. La idea es que las filtraciones no contribuyan al espectáculo y al juicio paralelo. Al día siguiente, viendo la que le cayó rectificó. Las asociaciones de periodistas se echaron encima del político para tirarle de la oreja por su idea, dado que, por lo que parece, no se han quedado suficientemente tranquilos con la Ley Mordaza, vergüenza de un país democrático, y ahora hay que seguir apretando por donde se las están dando todas: los medios de comunicación. Aquí, lo que hay, y perdonen que me exprese con dureza, es miedo a que los periódicos, radios y televisiones sigan sacando del baúl a más Bárcenas, los caprichos de la exministra de Sanidad, el baile de exdirigentes populares con tipos que se bañan en corrupción y la desvergüenza de algunos diputados que asesoran a constructoras y luego pagan a carísimos bufetes para que les digan lo que tienen que decir si los pillan: es una actividad legal. ¡Qué curioso! Con la de incompatibilidades que suelen legislar para otras profesiones y la flexibilidad con que sus señorías se tratan a sí mismos, oigan. Qué solvencia, qué verborrea la de Martínez Pujalte para explicarnos que lo que él hace es correcto. No se vayan a pensar otra cosa.

Lástima, en el fondo de esta propuesta, como de otras, está el intento de controlar a los medios, como hacen todos cada vez que llegan al poder, aunque ahora y aquí se adivinan los tics franquistas que siempre dejan en evidencia a tipos que tratan de pasar como demócratas ante los demás. Ahora, eso sí, de dotar a los jueces de medios para que las instrucciones sean más ágiles y no se fría a los imputados durante años en la prensa... de eso nadie habla, porque eso sería arreglar un problema. Nadie habló de evitar las filtraciones cuando sucedió la operación Malaya, pero ahora que los macrosumarios afectan a los políticos de arriba, donde no hace frío nunca, es cuando se sacan de la manga otra idea que no supone más que una mordaza a los medios. Cada vez tengo más claro que en este país lo que nos faltan son demócratas en el sentido más anglosajón del término, gente que se crea eso de la separación de poderes, que respete los contrapesos y reequilibrios de una democracia imperfecta que acaba de nacer y que necesita de reformas paulatinas para seguir andando. Puestos a sancionar, sancione a los corruptos señor Catalá, no a los medios que cuentan a los ciudadanos las aficiones preferidas de la panda de golfos que danzan por la escena política española sin que ustedes se sonrojen ni un poquito. Querencias, supongo.