Leíamos el otro día en la prensa que el consejero delegado de uno de los mayores bancos españoles había sido despedido por el presidente de la entidad para dejar paso a alguien que pudiese llevar a cabo con mayor eficacia la transformación digital.

Transformación que permitirá al banco, como ha ocurrido en otros casos, ahorrarse en personal, cerrar oficinas y aumentar con todo ello los beneficios para sus accionistas. Es lo que llaman, eufemísticamente como siempre, racionalización del gasto.

Pero lo que más me impresionó - y ¿a quién no?- fue la cantidad con la que el despedido por esos motivos supuestamente se va a casa: un fondo de pensiones acumulado de 26 millones de euros, según la prensa.

Sólo unos días antes nos habíamos enterado de que otro banquero había cobrado una compensación también multimillonaria tras dejar la entidad donde había estado trabajando sólo unos meses.

A la vista de esas y otras informaciones, uno se pregunta cómo se fijan los sueldos de los directivos bancarios. ¿Son los banqueros seres tan superiores al común de los mortales como para que tengan alguna justificación jubilaciones y sueldos tan astronómicos?

¿Es su actividad acaso tan importante para la humanidad? ¿Son inventores o creadores de algo que haya contribuido al progreso moral o físico de todos, que haya aumentado nuestro bienestar o profundizado nuestro conocimiento?

¿O es simplemente por la proximidad al dinero, porque en una economía de mercado a la gente se la recompensa por productividad y, en el caso de los banqueros, la productividad se mide sencillamente por el incremento del dinero?

Lo cual hace que se crean con derecho a percibir sumas que cualquier de nosotros no ganaría en varias vidas que tuviese y que les hacen perder muchas veces todo contacto con la realidad.

Pero si eso es así, ¿cómo es entonces que incluso cuando arruinan un banco o una caja de ahorros, es decir cuando, en lugar de producir dinero, lo destruyen, se llevan también a casa sumas millonarias?

¿Cómo es posible, por ejemplo, que aquí haya habido que rescatar con dinero público, es decir que socializar las pérdidas multimillonarias de unas cajas que concedieron en su día créditos de modo totalmente irresponsable, sin que ello haya afectado en muchos casos a sus ingresos?

Porque además los primeros banqueros eran gente que arriesgaban sus fortunas personales prestando dinero sin saber si un día lo iban a recuperar, lo que podría justificar una más que generosa recompensa por el riesgo mismo que corrían, pero hoy trabajan con dinero ajeno.

Claro que, si nos ponemos a mirar, tampoco se entiende que alguien cuya profesión consiste en dar patadas a un balón, por hábil y extraordinario que sea, gane infinitamente más que un buen científico o profesor. Salvo por el hecho de que hace ganar muchos millones más al club que le ha fichado. El mundo al revés.