Los géneros literarios están muy acuñados, pero hay una división primaria entre historias con muerto e historias sin muerto. Hablo de muerte violenta, claro. Una historia con muerto tiene de inmediato en esa muerte el eje de giro del relato, el agujero negro de su universo. Sin duda hay bastantes más muertes violentas de las que se conocen, escondidas en los pliegues más antiguos de familias y pueblos, pero en ese caso el propio secreto funciona como enigma central de su historia particular. En el relato paleontológico, que es en si mismo una historia, y tiene su principal taller literario en Atapuerca, ha aparecido un primer crimen, hace casi medio millón de años. Es seguro que no ha sido el primero, pero el hecho cambia el género literario de esa historia, y de paso nos reencuentra con ella, la dota de una continuidad con los últimos capítulos, en los que hacemos vida y damos muerte.