Estamos viviendo los play off de la ACB. Esta es la fase más divertida y apasionante de la competición. En juego hay muchísimas cosas. Los ocho equipos clasificados para esos play off (ya sólo quedan cuatro) se disputan el título de campeón, Licencias B (sólo pueden conseguirla Unicaja y Valencia Basket), para la próxima Euroleague, y plazas para participar en la Eurocup la temporada que viene. En juego hay mucho dinero, estarás más cerca de conseguir un buen patrocinador según participes en una competición europea u otra. Además tendrás opciones de llegar a jugadores de más o menos nivel dependiendo del presupuesto que tengas.

Hay dinero en juego. Y prestigio. Es un gran espectáculo que ocho equipos en eliminatorias se disputen un título por el que llevan trabajando tantos meses. Por todo ello no puedo entender que sigan pasando las cosas que vemos. No puedo entender que, habiendo tanto en juego, el primer play off sea al mejor de tres partidos. No es justo que ciertos equipos se jueguen a solo tres partidos la posibilidad de conseguir la ansiada Licencia B. Pero es que además, privamos a todos los aficionados al baloncesto de ver más partidos de emparejamientos tan bonitos y disputados como los que han protagonizado Unicaja y Baskonia, por un lado, y Valencia y Bilbao, por el otro. Me parece mucho más justo (y bonito para la afición) que este play off de cuartos de final se dispute a cinco partidos.

Tampoco puedo entender cómo a las alturas que estamos con tres árbitros, cuatro auxiliares arbitrales y un comisario, todavía se vean jugadas en las que un equipo tiene en la cancha 6 jugadores o se anoten canastas claramente fuera de tiempo. Si existe la posibilidad de revisar las jugadas con un monitor que está en la mesa de anotadores, ¿por qué sólo se ven las jugadas polémicas en los dos últimos minutos del partido? ¿Por qué no como en la Euroleague o en la NBA, que se hace uso de esa posibilidad cuando se cree necesario?

Ahora están en juego las semifinales, que sí se disputan en un formato de cinco partidos: los dos primeros en cancha del equipo mejor clasificado, los dos siguientes (si fueran necesarios) en la cancha del equipo peor clasificado y si fuera necesario un quinto partido se disputaría, lógicamente en la pista del equipo que se ganó este derecho con su clasificación. Este formato favorece claramente al equipo con factor cancha. Todos estaremos de acuerdo en que sería mucho más divertido e igualaría el play off cambiando el formato y se disputara alternativamente un partido en cancha de los dos equipos. España es un país relativamente pequeño y con muy buenas comunicaciones. No hay excusa para que no se jueguen los play off en este formato. Hasta en la NBA, donde las distancias son mucho mayores, se disputan las finales a siete partidos en un formato muy parecido: dos partidos en casa del equipo con mejor balance victorias-derrotas, dos partidos en el pabellón del que tiene peor balance y si fueran necesarios más partidos se disputan alternativamente en cancha de uno u otro hasta que un equipo consiga las cuatro victorias necesarias para proclamarse campeón.

Es hablar de la NBA y que se me caigan dos lagrimones. Eso sí que es un despliegue con programas especiales, retransmisiones que comienzan más de treinta minutos antes del inicio de los partidos, análisis de especialistas, entrevistas, imágenes del vestuario. Un verdadero espectáculo. Aquí se conecta un par de minutos antes de que el árbitro lance el balón al aire y a veces no vemos ni la celebración del equipo ganador. O como hoy, que los dos partidos de semifinales se disputan casi a la misma hora. ¿En qué cabeza cabe? ¡No podemos ver ni los dos partidos! ¿Os imagináis que las semifinales de la Champions se celebrasen las dos el mismo día y a la misma hora? No, porque sabéis que es imposible y los dirigentes de la UEFA cuidan su negocio para que no se les acabe, sino que siga creciendo.

¿Por qué la Copa del Rey sí vende? ¿Es que los play off no tienen interés o es que los dirigentes de la ACB no saben vender el producto? Lamentablemente vamos por muy mal camino. Renovarse o morir.