Han inventado un sistema para identificar a quienes se pegan al de delante en las barreras tarifarias de las estaciones para viajar sin pagar. Puede ser de gran utilidad en nuestro país, pero de poca en otros donde tales barreras no existen. En varias e importantes ciudades europeas la entrada y salida de los andenes es libre. La gente debe acercarse por su cuenta a alguna de las máquinas canceladoras situadas en los accesos para validar el billete o el abono. La inmensa mayoría lo hace, tal vez por conciencia cívica, o tal vez por miedo a tropezar con un control precisamente hoy. Porque el truco son los controles por sorpresa y las multas consiguientes.

Viena es una de las ciudades sin barreras tarifarias en el metro. Durante una visita a la ciudad, en una estación muy concurrida contemplé el espectáculo que un pequeño ejército de agentes, en formación de línea compacta, revisando el billete de todo el que salía. Quienes no llevaban, o no lo habían cancelado, se detenían unos metros antes y regresaban al anden, donde tenían más remedio que esperar al siguiente tren y bajar en otra estación, lo que suponía una gran pérdida de tiempo y una caminata extra. Ignoro con qué frecuencia se ponen en marcha estos controles por sorpresa en el metropolitano vienés, pero los austriacos saben sumar, y en sus cálculos les debe de salir más a cuenta que instalar y mantener barreras mecánicas.

Otro caso es el de los autobuses. En muchas ciudades europeas sólo se puede acceder a ellos por la puerta delantera, y el conductor se da cuenta si alguien no pasa la tarjeta por la máquina. Son conductores que también venden billetes, si es necesario. Pero en muchas otras ciudades uno se sube al autobús por cualquier puerta, y busca la canceladora más próxima. «Je monte, je valide», reza la publicidad en París. La ventaja de este método radica en que la operación de carga y descarga de viajeros es mucho más ágil, la parada más corta, y la línea fluye con mayor rapidez. También es una invitación a hacer trampa, pero para eso están los inspectores, vestidos de calle para pasar desapercibidos, que de repente sacan el carnet y se ponen a revisar billetes y abonos. Multa para el que no tiene o no lo ha validado. Un servidor ha tropezado estos controles en París, Milán y Nápoles, y no es verdad que sólo se dirijan a los turistas. Aunque los turistas son quienes más a menudo compran el billete pero se olvidan de validar.

En nuestro país hemos optado por las barreras de acceso a las estaciones y por la puerta delantera de los autobuses. Es una opción, y para ejercerla de forma coherente unos catalanes han inventado un aparato para identificar y perseguir a quienes se te pegan a la espalda y pasan con tu billete, como si fueran tu mochila. O tu garrapata.