Pedro Fernández Montes se creía hasta esta mañana alcalde vitalicio de Torremolinos e incluso sopesaba ayer mismo presentarse como candidato del PP en el pleno de investidura de mañana pese a que los grupos de la oposición ya habían pactado abrir las ventanas del Ayuntamiento más opaco de la Costa de Sol. El alcalde vitalicio pretendía emular al Cid, pero no es consciente que desde hace años ni cabalga a lomos de Babieca ni su vara de mando se asemejaba ya a la famosa Tizona con la que el Cid castigó a sus enemigos.

Pedro Fernández Montes fue uno de los artífices e impulsores a finales de la década de los 80 del siglo pasado de la independencia de Torremolinos de Málaga. Su figura está muy ligada a la historia reciente de Torremolinos. Formó parte de la Junta Pro Autonómica que consiguió la independencia de Málaga el 27 de septiembre de 1988. Desde 1995 ha revalidado la alcaldía con abrumadoras mayorías absolutas, hasta que el pasado 24 de mayo sufrió una derrota, pues él es un político de mayorías absolutas que jamás entendería gobernar pactando o dialogando con la oposición. Son muchos los portavoces de la oposición que han sido expulsados una y otra vez de los plenos municipales, como los socialistas Monteserrat Reyes hace años y ahora José Ortiz, que mañana recogerá una vara de mando que Pedro Fernández Montes creyó que se la dieran en propiedad en 1995. Ejemplos hay cientos de esta forma tan peculiar de ejercer la política donde el ordeno y mando preside el día a día.

Si hay un municipio en la Costa del Sol que necesitaba un cambio radical y una regeneración absoluta este es Torremolinos. Ya no valen las continuas excusas de que Torremolinos es el municipio con más hoteles y el que más pernoctaciones hoteleras registra durante todo el año. No. Torremolinos es un municipio en decadencia debido a sus políticas y sólo se salva la franja costera por el impulso del turismo y la zona del Calvario, el núcleo que aún conserva la esencia de ese pueblo que fue. La zona intermedia de Torremolinos, Montemar, la otrora emblemática y concurrida calle San Miguel son el reflejo de esa decadencia, donde las marcas internacionales como Zara, Mc Donalds cerraron sus locales anunciando los sucesivos cierres de comercios y restaurantes. Torremolinos está en alquiler permanente. O La Carihuela, cuya esencia se diluye entre colchonetas de plástico pues donde antes había una excelente restauración ahora se suceden las tiendas de souvenir y de todo a cien, que reflejan a la perfección el devenir de esta bella localidad. O La Nogalera, centro de ocio y de la juventud, abandonado a su suerte y que obliga a los jóvenes de Torremolinos a buscar ocio y diversión en otros municipios.

Ahora llega aire fresco gracias al pacto entre PSOE, Ciudadanos, IU y Costa del Sol Sí se Puede con el socialista José Ortiz al frente. Habrá a quién le guste más o menos este pacto multicolor y que se reproduce por media España que nos asemeja a Italia, pero con el problema de que nosotros no somos italianos. Aún así habrá que darles una oportunidad, una tras veinte años de autoridad, para comprobar si son capaces de acertar en los tres puntos en los que se sustenta el acuerdo: la regeneración democrática; la cohesión social y la reactivación de la actividad económica para que Torremolinos recupere su prestigio y modernice su marca para mandar al baúl de Concha Piquer la Cena del Pescaíto, entre otras tantas cosas. Torremolinos es mucho más que el recuerdo de las películas en blanco y negro de Pepito Piscinas.

Pedro Fernández Montes seguro que habrá hecho en estos 20 años cosas positivas para el municipio, sin duda, y habrá que aplaudirle por ellas, pero también recordarle que Torremolinos no era de su propiedad. En su despedida ha dado la última pincelada de su personalidad. Sabía que él era el único problema para que el PP pudiera mantener la alcaldía y se negó dejar paso a nuevas generaciones que hubieran posibilitado un acercamiento con otras fuerzas pues son el partido más votado. Pero Pedro Fernández Montes no da un paso atrás ni para coger impulso y ha preferido inmolarse o hacer una "Barberá" antes que facilitar que su partido mantenga la alcaldía. Esto último lo dice todo.