Da la impresión de que mucha gente no es consciente del grado de turbiedad, o de basura, que puede acabar inyectando en la conciencia pública un mensaje en la red, un chiste o un insulto, multiplicado a veces por miles y hasta por millones. No es ya sólo el daño que se haga a los afectados, es el que se hace a la moral cívica, que puede llegar a percibir como minucia el desmán sobre el que se hace la gracia. Cualquier impunidad erosiona el sistema de principios, y eso ocurre también con las impunidades en la red, unas veces al amparo del anonimato y otras de la extraña idea de que la red es otro mundo, una selva en la que cada uno puede hacer lo que le plazca. Banalizar el holocausto judío, haciendo chistes al respecto, y luego banalizar este hecho llamándolo humor negro, para acabar banalizando el suceso al atenuar sus consecuencias, son sólo tres modos o grados del mismo desafuero.