Nos guste o no, hay un medidor de cómo se lucha frente a la crisis, que es la prima de riesgo. Cuando la dichosa prima engorda, sus kilos nos acaban pesando a todos. Al pagar más intereses, el Estado afloja dinero, y hay menos para lo necesario, como sanidad, educación o ayudas sociales. Se puede, sin duda, clamar diciendo que los mercados que hacen subir la prima son manejados por una banda criminal, pero eso no arregla nada, pues los prestamistas, que son muchos más de lo que se cree (cuatro duros que uno tenga en un fondo de inversión y ya es prestamista), han demostrado que no se dejan intimidar, pues no hay escrache a distancia. Siendo esto así, hágase lo que haya que hacer -subir impuestos, bajar sueldos a directivos, mandar asesores a la calle, etcétera- pero, por favor, sin provocar a la prima, porque cuando se hace gana peso y hay que cargar con ella. Lo saben ya hasta en Grecia.