Las tragedias de la vida no se suelen parecer nada a las de la tragedia teatral, debido a que en las segundas falta el factor de incertidumbre, que siempre es lo más trágico (es la diferencia, por ejemplo, entre la batalla de Waterloo y una representación de la batalla de Waterloo). Una tragedia teatral viene regida por el destino, cuyos caminos están más o menos escritos. Haciendo honor a su papel de creadores del invento, los griegos llevan la dirección de su propia tragedia con buen pulso y sin apartarse del libreto, gracias a lo cual lleva tanto tiempo en cartel, y el que vendrá. Esto tiene desconcertados a los alemanes, cuyo dominio es la música, hecha de combinaciones matemáticas. Entre la matemática musical alemana, dirigida por los equilibrios económicos, y la tragedia griega, regida por la fuerza de las pasiones humanas, se va desarrollando mejor o peor la obra de Europa.