Los optimistas consideran al hombre tan sabio como para no repetir los errores cometidos a lo largo de la Historia. Yo, que disto de ser optimista, creo que, de un modo sibilino, la Historia sí tiende a repetirse.

En la tan poco romántica era digital, como consecuencia del buenismo victimista, ciertos grupos de población, que siempre se están quejando de su suerte, gozan de privilegios que no tienen individuos aún más desfavorecidos que ellos, pero que no tienen el respaldo de los políticos ni de los medios informativos.

Lo más triste del caso, es que estas personas encubiertamente discriminadas son, desde un punto de vista cualitativo, por sus cualidades morales y espirituales, las mejores. Hay personas hoy en día con aptitudes incluso para cambiar el mundo que, insólitamente, se encuentran en el último peldaño de esta dislocada sociedad. No está bien que los más cultivados e inteligentes humillen a nadie, pero es que ahora los mejores son víctimas del despotismo ignorante, revestido de falso humanitarismo.

Discriminar a los inteligentes más independientes(a los intelectuales no orgánicos), es la mejor manera de crear resentimiento entre los verdaderos aristócratas y ya dijo don Julián Marías que no hay nada peor en el mundo que un intelectual resentido.