Lo más granado del tradicionalismo católico (que, de hecho, está actuando como sedevacantista, pues considera a Francisco un aborto del papado y al Vaticano como una sede vacía), ha comenzado a lanzar dos amenazas de cisma en función de dos acontecimientos próximos: uno, el Sínodo de octubre, sobre la familia; y segundo, la muy posible declaración del Vaticano acerca de que nada sobrenatural acaece en las apariciones de Medjugorge (Bosnia Herzegovina), ese lugar en el que unos videntes (muy probablemente fraudulentos),y su director espiritual (un franciscano expulsado del sacerdocio hace siete años), afirman que la Virgen se les ha aparecido 8.000 veces en los últimos 34 años, y que todavía lo sigue haciendo cada día, a las cuatro de la tarde.

Respecto a la amenaza de cisma por el Sínodo, algún teólogo ha trazado ya la hoja de ruta: tras la asamblea de los obispos, en la que podría modificarse, entre otras, la disciplina de los divorciados vueltos a casar, se dará un movimiento cismático de conservadores y tradicionalistas que comenzarán a declarar formalmente que no se hallan bajo la autoridad del Papa. Pero eso no bastará para que se produzca un cisma, sino que habrá que esperar a que alguno o algunos de los 5.000 obispos repartidos por el mundo den el paso de romper con Roma y se dispongan a recoger los grupos rupturistas. Es decir, no hay cisma que preocupe en exceso al Vaticano salvo aquel conducido por un mitrado (fue el caso de Lefevbre). Ahora bien, entre cinco millares de obispos siempre puede saltar algún loco.

No obstante, los augures del cisma sinodal componen una hoja de ruta mucho más extensa, ya que dicha ruptura con Roma significará, aseguran, el comienzo de la gran apostasía anunciada en el Nuevo Testamento. Pero, como traca final, añaden que la gran apostasía ya está en marcha y solapada bajo el borde del mundo, ya que, sólo en materia de familia, la mayoría de los católicos casados utilizan métodos anticonceptivos y tanto ellos como los solteros cometen varios pecados sexuales a la semana.

Total, que hay gente con muchas ganas de Apocalipsis y sería un alivio para la Iglesia que fundaran una secta en otra parte. No obstante, acerca del Sínodo mismo, se detecta una distorsión introducida por la Iglesia de Alemania que habrá que analizar con detenimiento en su día.

En cuanto al cisma por Medjugorge, lo ha formulado una persona inesperada, el escritor Vittorio Messori: «Si ignorara las apariciones, se arriesgaría con un cisma», afirmó en un programa de la radio pública italiana, la RAI. Y agregó: «Medjugorje ha representado en estos años el mayor movimiento de masas de una catolicidad maltratada después del Cocilio».

Pero hemos de tomar nota de una pirueta final, pues ambos cismas estarían relacionados y además entrarían en juego las apariciones de Fátima, que tantos quebraderos de cabeza han dado a la Iglesia. No sólo eso, sino que Juan Pablo II consideró Medjugorge como la continuación de Fátima y trató de visitar la localidad bosnia, pero con acertada prudencia se lo impidieron.

La pirueta consiste en que uno de los portales de internet más tradicionalistas e insultantes con el papa Francisco, exhumó una entrevista de 2008 con el cardenal Carlo Caffara, arzobispo de Bolonia, en la que narraba un suceso que corrió parejo al hecho de que Juan Pablo II le encargara crear el Instituto Pontificio para los Estudios del Matrimonio y la Familia.

Contaba Caraffa: «Escribí una carta a sor Lucia de Fátima a través de su obispo, ya que no podía hacerlo directamente. Inexplicablemente, sin embargo, ya que no esperaba una respuesta, viendo que solo había pedido sus oraciones, recibí una larga carta y en ella encontramos escrito: La batalla final entre el Señor y el reino de Satanás será acerca del matrimonio y de la familia.

Nada más añadiremos, salvo que frente a toda esta la maraña y confusión no viene del todo mal un Papa jesuita.