Al rojo vivo (laSexta) es un programa diario pegado a la actualidad. Cuando su presentador, Antonio García Ferreras (ahora Cristina Pardo), pregunta a los colaboradores qué les parece la situación política de Alexis Tsipras, cada uno hace su análisis. Todo se desarrolla con normalidad: Jesús Maraña opina una cosa, Ignacio Escolar otra, y Antonio Pérez Henares otra diferente. Francisco Marhuenda y Eduardo Inda dicen esas cosas que dicen Inda y Marhuenda, que para eso están. Pero cuando le toca el turno a Javier Sardá ocurre algo extraordinario: en vez de subirse a la mesa y ponerse a bailar de forma insinuante mientras mira con descaro a la cámara lanzando besitos, va el tío y realiza un análisis de la situación política de Tsipras.

LaSexta noche es un programa semanal pegado a la actualidad. Cuando su presentador, Iñaki López, pregunta a los colaboradores qué les parece la situación política de Artur Mas, cada uno hace su análisis. De nuevo, todo se desarrolla con normalidad: se suceden las opiniones mientras Inda y Marhuenda se esfuerzan por mantener sus personajes. Entonces vuelve a suceder algo sorprendente: Sardá no hace amagos de desabrochar el cinturón del pantalón, no juguetea con los botones de la bragueta, no hace gestos provocativos, no se baja los pantalones y, finalmente, ni se da la vuelta ni enseña el culo. En lugar de eso, habla de Mas tan guapamente.

Crónicas marcianas era un programa pegado a la actualidad. Si, por un agujerito, su presentador, el Sardá de hace unos años, viera en la tele actual al Sardá de ahora, no se contrataría de colaborador ni de coña. Otra cosa es que en Telecinco sepan de lo que es capaz y lo intenten fichar -Dios no lo quiera- de contertulio para los debates de Gran hermano. No lo olvidemos que él fue el primero en hacer esa basura de debates cuando mandó aquel gran programa que había sido Crónicas marcianas a la mierda.