Alejandro Amenábar estrenó en el año 2001 su tercera película, «Los Otros». En agosto se estrenó en EEUU y en septiembre en España rompiendo todas las taquillas. A día de hoy sigue siendo la película más taquillera de nuestro cine y de mayor rentabilidad, con un presupuesto de 17 millones de dólares consiguió recaudar 210. La película narra la historia de una madre Grace, interpretada por Nicole Kidman, que protege sobremanera a sus dos hijos, Anne y Nicholas, de todo lo que les rodea. Sus hijos sufren una extraña enfermedad que les impide el contacto con la luz, lo que provoca que el palacio donde viven siempre tenga todas las ventanas cerradas y se viva en la absoluta oscuridad.

En ese clima de suspense y terror los tres esperan el regreso del cabeza de familia que se ha ido a combatir a la II Guerra Mundial. Lo que ellos no saben, y perdónenme si les reviento la película, era que los muertos eran ellos. Que todos estaban muertos. Que los ruidos que se oían desde el exterior no eran fantasmas si no el mundo de los vivos.

La película se rodó en el Palacio de los Hornillos, en las Fraguas, en Cantabria. Un marco incomparable al que cada día se parece más el chalet de la calle Iradier Nº 37 de Barcelona donde se encuentra la ACB. El presidente Roca convertido en la madre que cree proteger a sus hijos y los clubes de la Liga cerrando las ventanas y las puertas para que no entre nadie. Una competición cerrada, esa es la solución. Nada de luz, nada de aire fresco, nada de nada? ¡no vaya a ser que alguien se dé cuenta que los muertos somos nosotros! Los clubes no parecen darse cuenta de que no tienen dinero para fichar y competir con los clubs de las demás ligas europeas, que cada vez más jugadores nos dicen NO para jugar en Alemania, Italia o Francia, eso sin hablar de lo que ocurre cuando hablamos de Rusia, Turquía o Grecia. Eso siendo un problema no es el más grave, no es el más preocupante.

Los clubs ya no tiene dinero ni para pagar a sus empleados. La solución: cerrar la Liga. Es decir, hacer un club selecto de sociedades están muertas pero ellas no lo saben, donde la emoción no existe y la competitividad tampoco. Los dos de siempre juegan las finales de todas las competiciones, los dos de después juegan la Euroliga y al resto les da igual. Hagan lo que hagan saben que al año siguiente les volverán a invitar a jugar en esa Liga que cada año que pasa es peor. El pasado casi siempre se mira con demasiado cariño pero yo miró hacia atrás y recuerdo aquellos play off de descenso que movilizaban ciudades y provincias y se me saltan las lágrimas. Hoy todo eso ha desaparecido. Equipos en bancarrota como el Valladolid hace unos años se mantienen en la competición contra toda lógica mientras equipos saneados y con derechos ganados en la cancha ven cómo siguen en la LEB Oro. El sinsentido llevado a la normalidad.

La ACB hace tiempo que decidió primar el dinero, aunque sea muy poco, sobre la calidad de su producto. No han cuidado la vida de su competición, no han cuidado su tratamiento mediático y sólo se han preocupado de mantener su exclusivo club cerrado con las mismas personas en los mismos sillones. Hoy tenemos una amenaza muy seria de paralización de la competición, un calendario que podría no cumplirse y un enfrentamiento directo con todas las instituciones. Ese no es el camino.