El crédito bancario sigue sin despegar y así cualquier posible proceso de reactivación económica se vuelve mucho más lento y farragoso. El dato de junio del Banco de España, a pesar de las buenas expectativas previas, refleja que el volumen de crédito vivo al sector privado en Málaga ha venido cayendo en el último año a razón de 450 millones de euros por trimestre y se sitúa ahora en el entorno de los 32.500 millones. El tajo durante los años de crisis ha sido de 15.000 millones, un tercio de lo que el sector privado manejaba en 2008. Los bancos parecen estar ya más dispuestos a reabrir el grifo, pero a cuentagotas y son muchos más los créditos que se van amortizando que los nuevos que se firman. Mala cosa en un momento que se antoja clave. En este tema, los economistas suelen utilizar el sencillo símil del cuerpo humano: los préstamos a las familias y a las empresas son la sangre que cualquier sistema necesita para funcionar; si no se bombea suficiente crédito todo se resiente. Decía esta semana el presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE), Enrique de Hoyos, que la financiación sigue siendo el principal problema para los emprendedores a pesar de que los bancos parecen estar ya algo más dispuestos a abrir el grifo. No es un problema sólo de los que quieren montar un negocio sino de las decenas de miles de pequeñas empresas y de autónomos que cada día luchan por sobrevivir. La propia Confederación de Empresarios de Málaga (CEM) recuerda que más de la mitad de las empresas que han desaparecido durante la crisis (entre 12.000 y 14.000) tuvieron como causa principal el cierre del grifo crediticio. Muchas de ellas podían haber salido adelante si hubieran tenido más apoyo financiero, pues no era negocio lo que les faltaba, según la CEM. El decano del Colegio de Economistas de Málaga, Juan Carlos Robles, reconoce que las entidades financieras están ya, por lo menos, situando el interés a unos niveles razonables (antes exigían un 8% y ahora piden un 4%), sobre todo teniendo en cuenta que el Euríbor continúa anclado al mínimo histórico. Desgraciadamente, continúan reclamando tal cantidad de garantías y avales a los solicitantes que muchas operaciones, finalmente, no fructifican. Alegan los bancos que el problema es que todavía falta una demanda, a su juicio, más solvente. Sigue siendo verdad aquello de que el cliente ideal al que estas entidades querrían prestar dinero es a quien, en realidad, no lo necesita. Mientras, seguimos esperando a que el crédito espabile.