La crisis, entre otras cosas, redujo drásticamente la convocatoria de oposiciones en todos los órdenes de la administración pública: Sanidad, Educación, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Instituciones Penitenciarias y, cómo no, Justicia. De las oposiciones a jueces y fiscales con 200 y 300 plazas para todo el país hasta 2005 ó 2006 se ha pasado a anualidades con 50 y 100 plazas, lo que en un Estado con tan pocos jueces y fiscales como el nuestro acaba dejando vacíos los juzgados y tribunales, haciendo más difícil la persecución del delito y obliga a tirar de jueces sustitutos. Pero aquí hay otro problema: «Con las últimas promociones, la 63 y la 63, enviábamos jueces a muchos juzgados que apoyaban a los titulares o los sustituían, pero ahora estos jueces se han marchado a sus plazas. Entonces, dejamos de recurrir a los jueces sustitutos, o se nombraba a muy pocos, y de los más de veinte que había, casi treinta, ahora sólo quedan diez, porque no podían mantenerse con sustituciones de tan escaso tiempo», precisan fuentes judiciales. Ello podría provocar, en un futuro, que hubiera que nombrarlos por vía de urgencia. «El juez sustituto debe ser una persona que no puede simultanear ese puesto con otro trabajo, debe tener una profesión compatible, o sea la docencia», aclaran.

Varios jueces consultados insisten en la necesidad de que se vuelvan a convocar oposiciones con suficientes plazas como para cubrir en pocos años las necesidades de una planta judicial como la española, «porque con el ritmo actual están aburriendo a la gente y cargándose al cuerpo de opositores». Uno de los magistrados explica que conoce algunos chicos y chicas que han aprobado dos años consecutivos y no tienen plaza.

«Debían convocar más plazas, porque en los juzgados hay vacantes de larga duración por enfermedades o maternidades y otras contingencias, y debemos tener gente suficiente para hacer frente a los retos que tenemos en los tribunales», señala otro de los consultados.

De cualquier forma, en Málaga las necesidades siguen siendo acuciantes y hay jurisdicciones en las que desde que entra la demanda hasta que existe una sentencia firme pueden pasar cuatro años -en Mercantil esto es habitual-. Incluso, hay salas de la Audiencia señalando vistas para 2017, con lo que ello supone tanto para las partes implicadas como para los propios magistrados. Cuando la justicia llega tarde ya no es justicia. Eso suelen decir los juristas. Pero lo cierto es que eso, en Málaga, ocurre en muchas ocasiones. Además de medios técnicos y materiales, hacen falta jueces. Pero ya.