Una muerte digna, por Juan Díaz

Por delante vaya que soy totalmente contrario al llamado ensañamiento sanitario, entendiendo por tal la prolongación artificial de la vida del paciente, cuyos casos más conocidos y paradigmáticos fueron las muertes de Tito en Yugoslavia y Franco en España. Ahora bien el suministro de alimentación y agua en mi opinión no puede ser considerado tal. Se habla hasta la saciedad de una muerte digna, personalmente soy partidario de ella, pero siempre hay un pero. Recuerdo haber asistido a una conferencia sobre el tema y al llegar al coloquio final me permití plantear: «Hoy la medicina está en condición de suprimir el dolor físico, por tanto yo entiendo como muerte digna la de una persona todo lo consciente posible de que se enfrenta a la eternidad y rodeado del amor de su familia y amigos, lo otro es una sutil forma de egoísmo que deviene en asesinato». Curiosamente el conferenciante, muy conocido por cierto, empezó a divagar y poco menos que a hablar de la predicción del tiempo. Viene a cuento cuanto antecede a lo sucedido recientemente en La Coruña