Los del Partido Popular se apañaron ayer una sala del Congreso de los Diputados, montaron un grifo de cerveza y trajeron canapés. Los que hace tiempo que no vamos a un cóctel tenemos tendencia a decir canapeses, cosa que queda fatal. Entras a un cóctel muy elegante, le preguntas al camarero si hay canapeses y ya te mira muy mal, claro. Los camareros de los saraos elitistas son así de malages. Pasan por tu lado con los canapeses o canapés de salmón y elevan la bandeja. Cuando circulan con los de mortadela se ponen a tu vera para que te hartes pronto de embutido barato y te largues.

Los populares hacían balance de la legislatura y allí estaban Alfonso Alonso, Soraya de Santamaría y Rafael Hernando. Vaya marcha. A Hernando conviene darle muchos canapés. Así no habla. Claro que cuando habla sube el pan y entonces es más caro hacer canapés. El balance se convirtió en una fiestuqui de mediodía y no sabemos si acabó como las comidas de Navidad, o sea, con el más aplamplao crecido por el vino y el gin tonic cortejando a la jefa . O tal vez acabara en uno de esos bares que rodean el Congreso donde a Rajoy le gusta meterse cuatro dobles de cerveza con Ana Rosa o con sus colaboradores. Los de él, no los de ella. Antonio Hernando, uno de los dirigentes del grupo socialista, que tiene cara de llevar pocos canapés en el cuentakilómetros, puso el grito en el cielo. Cuando a lo mejor lo que quería era poner el grifo en el suelo. Pero no llegó.

Los gritos en el Congreso no llegan al cielo porque chocan contra el techo, donde entre otras cosas están los agujeros aún que produjeron los tiros que metió Tejero. Decía Hernando bis que el Congreso no es un sitio para hacer fiestas y que hay poco que celebrar y que no hemos salido de la crisis. Hernando PSOE confunde solemnidad con tristerío. Es cierto que tras cuatro años de Rajoy no hay mucho que celebrar, pero no es menos cierto que no conduce a nada no tomar unas cañas de vez en cuando. Mientras el trío citado se ponía ciego, fuera rugía Montoro («Algunos compañeros se avergüenzan de ser del PP», decía en El Mundo) y Arantza Quiroga decía ahí os quedáis, ricos. Quiroga es más de txacolí que de cervezón mesetario y Montoro es más de whisky a la caída de la tarde, que es cuando se hacen las buenas entrevistas. Jesús Posada, presidente del Congreso, intervino en la polémica para decir que las salas hay que utilizarlas y que también se les han cedido a otros grupos para sus actividades. Hipaba un poco.