Volvamos al asunto del registrador Rajoy. Una cuestión pendiente ha sido siempre la de la coherencia entre el Registro de la Propiedad (libros, con descripción de las fincas) y el Catastro (mapas que pretenden reflejar la realidad). Digamos que, en el caso que nos ocupa, Catalunya está inscrita a favor de España, pero en el mapa sociológico de su ciudadanía hay una desafección, y la cosa está menos clara. Ahora vayamos a un registro más real todavía, el del territorio, el de quién tiene la posesión física de la finca, que al final cuenta siempre muchísimo. De momento la calle la tienen los independentistas, y aunque hasta ahora éstos han salido sólo con permiso y de forma pacífica, llegará el día en que decidan ocuparla para hacerse dueños, aunque no tengan votos. En ese momento ya no valen ni el Registro ni el Catastro. No sabemos si el registrador Rajoy tiene estudiado ese escenario.