El espectacular Hotel Imperial de Viena acoge la Conferencia que trata de encontrar soluciones a la guerra de Siria, una guerra que -forzoso es recordarlo- ha acabado en tres años con la vida de 250.000 personas, ha desplazado de sus hogares a 6 millones y ha forzado a otros 4 a abandonar el país en una tragedia de dimensiones bíblicas para un pais de 23 millones.

La gran novedad de la reunión es que por vez primera la República Islámica de Irán, la gran potencia chiíta, ha sido invitada a participar por insistencia de Rusia y venciendo la oposición de sus rivales regionales sunnitas también presentes en la reunión como Turquía, Arabia Saudí y Qatar, además de los propios Estados Unidos que demuestran con esta actitud el nuevo ambiente que se ha creado entre Teherán y Washington tras la firma del acuerdo nuclear y por encima de las extemporáneas salidas de tono de algunos ayatolas que más parecen para consumo interno. A fin de cuentas, la presencia de Irán en Viena revela lo que Israel y las monarquías del Golfo más temían: su regreso como actor importante a una geopolítica regional de la que llevaba marginado desde la revolución de Jomeini en 1979.

Pero una vez que hemos hablado de los presentes también hay que hacerlo de los ausentes y por lo menos hay a mi juicio dos clamorosas ausencias en Viena: la del propio régimen de Damasco, no invitado por razones obvias dada la enemistad visceral que le profesan casi todos los demás participantes y la de la oposición laica a Bachar el Assad, explicable por dos razones: está dividida en varios grupos con malas relaciones entre sí y además está siendo bombardeada sin piedad por los rusos, que han sido quienes están detrás de esta reunión después de intervenir descaradamente en la crisis siria en apoyo del desprestigiado régimen de Damasco. El que Europa esté representada por Federica Mogherini, Alta Representante de la UE para Política Exterior, parecería hacer innecesaria la de otros países europeos y sin embargo han sido invitados también Alemania, Francia, Reino Unido e Italia. Parece que no se sienten representados por esa Alta Representante y prefieren ver ellos directamente lo que ocurre y eso dice poco de la Union Europea como tal. También queda mal España, el quinto país de la UE y la cuarta economía de la Eurozona, mostrando una vez más nuestra declinante influencia en el mundo. Es lo que hay.

También es verdad que pocas esperanzas cabe albergar sobre los posibles resultados de esta conferencia dadas las divergentes posiciones de los participantes: mientras saudíes, qataríes, jordanos y turcos apoyan a los rebeldes laicos que se enfrentan al régimen de al-Assad, los rusos se dedican a bombardearlos sin piedad en un aparente intento de expulsarles de toda la zona nord-occidental del país. Mientras los americanos, desengañados tras sus frustrados intentos de organizar a la oposición laica, deciden enviar asesores y apoyar a los kurdos para «degradar» (qué querrán decir con esa palabra) al Estado Islámico, los turcos aprovechan la confusión para barrer para casa y atacar las posiciones kurdas en Siria (lo último que desea Turquía es un Kurdistán independiente y en esto están de acuerdo con Teherán, Bagdad y Damasco). Israel no participa en la reunión de Viena pero da muestras de nerviosismo ante la creciente participación de sus dos archienemigos, Hizbollah e Irán, en el teatro sirio de operaciones, cerca de sus propias fronteras del Golán ocupado. Y mientras, el Estado Islámico sigue degollando y destruyendo monumentos con la esperanza de que los diferentes intereses en presencia, las conflictivas agendas ocultas (y no tan ocultas) de los reunidos en la capital austríaca, les impidan ponerse de acuerdo en acabar de una vez con ese monstruo que medra en las aguas revueltas de Siria y de Irak.

Si quieren que les diga la verdad el que se hable tanto del futuro de Bachar al Assad me parece una cortina de humo. Nadie es necesario ni imprescindible y los rusos podrían garantizar sus intereses con otra camarilla en el poder en Damasco, al igual que los iraníes. Tampoco los americanos insisten ya en su salida inmediata. Yo creo que todos saben que el futuro de Siria no pasa por mantener en el poder a un tirano sanguinario y no debería ser imposible acordar un plazo para una transición sin Assad que diera a la vez garantías a minorías como la cristiana, que temen salir del purgatorio de la dictadura para caer en el infierno de los islamistas. El problema es cómo hacerlo y con qué sirios contar para edificar la nueva Siria. La propuesta rusa de sustituir a Bachar por medio de elecciones parece una broma en un país dividido, donde ni se podrían hacer ni habría garantía alguna de los votos emitidos y con los islamistas radicales campando por sus respetos.

Por eso poco o nada cabe esperar de esta conferencia, que se reunirá de nuevo en quince días. Lo primero que habría que hacer es pactar un alto el fuego entre el régimen y la oposición laica para ponerse todos de acuerdo en exterminar rápidamente y sin miramientos al Estado Islámico, antes de que siga creciendo y extendiéndose a países vecinos. Una vez desembarazados del ese monstruo, centrar los esfuerzos en unificar la oposición laica y negociar un gobierno de unidad nacional (con participación, lo siento, de gente del régimen) para elaborar juntos, ya sin tiros, una Constitución y convocar elecciones sobre el futuro de Siria. Parece ciencia-ficción porque lo es.

*Jorge Dezcállar es exembajador de España en EEUU