En este final de octubre he podido comprobar en un local de restauración en una zona turística de moda que no daban crédito: Lleno en sábado y completo de reservas para esa noche y para el día siguiente. «Si estamos así en febrero, me creo que esto está cambiando». Hacía referencia a la tan manida lucha contra la estacionalidad del turismo. Málaga y provincia han estado abocadas a vivir del turismo estos años, el K.O. a a la construcción y la industria dejaba el turismo como único salvavidas. Esta semana se celebra la World Trade Market en Londres, la sensación es que los políticos van a hacerse la foto y poco más. Siempre he pensado que hay que trabajar mucho durante el año y aquí, para que esa semana y allí tenga los frutos deseados. Combatir la estacionalidad no es la única tarea. Cuando pensamos en turismo nos vienen a la cabeza, hoteles, restaurantes y demás negocios relacionados, pero nunca hemos sabido enganchar con otros sectores para de verdad convertir a Málaga y la Costa del Sol en una marca relevante para ellos. Turismo sanitario, que algo se llegó a plantear pero aún no termina de arrancar. Más y mejor apoyo al golf y otros deportes. Congresos y eventos de todo tipo que deberían celebrarse aquí. Estas serían las claves que promover dentro de un programa de turismo global para Málaga y por extensión Andalucía. No se trata pues de abrir más o menos hoteles, con más o menos estrellas sino de conseguir que los que se abran puedan aportar un valor añadido que haga que sean elegidos antes que los de Croacia o Turquía. Quizá deban, por tanto, ir a Londres todos nuestros políticos, ya ni siquiera voy a entrar en lo que nos puede costar eso. Lo que sí nos puede costar muy caro es que cuando vuelvan no se pongan a trabajar para conseguir que Málaga sea una marca turística que aporte un valor único.