En el asunto catalán compiten dos estrategias: la de los secesionistas, que está diseñada al detalle, y va golpeando en los puntos de dolor del contrario sin dar tregua, y la de los constitucionalistas, que por ahora reside simplemente en sacar del área como sea los balones que llegan. Es una escena típica del asedio a cualquier fortaleza, con golpes de efecto de los asaltantes para amedrentar a los moradores del castillo y una defensa basada en la fortaleza de los muros, que no son otros que la Constitución y el imperio de la Ley por ahora existente. Aunque ese tipo de refriegas al final se resuelven en una puja corporal, para ocupar la plaza o para desalojarla, es mejor pensar que en el fondo nadie quiera llegar a un lance así, y que las muecas y alardes de musculatura de los púgiles vayan dirigidas a sus electores respectivos en la cita del próximo diciembre. Mejor pensar esto.