Hay quien dice que el CIS no sirve para nada. A nosotros nos parece que sirve para que la gente no se olvide de lo que es un barómetro. Un barómetro es un instrumento para medir la presión atmosférica.

Yo particularmente preferiría que a las encuestas y sondeos se les llamara termómetro, dado que lo político es más fácilmente comparable al frío, el calor, la fiebre, los puntos álgidos o las estaciones del año. Claro que las encuestas igual que se llaman barómetros podrían llamarse María Luisa. «Ha salido el último María Luisa del CIS, que otorga el triunfo al PP», podría rezar un titular, lo cual es más elegante y bonito, como más entrañable e incluso más atrayente para el lector. Si ponemos «Ha salido el último barómetro del CIS» a uno le parece que lo que ha salido es un tío midiendo el aire o un nota recetando un medicamento. Claro que, bien pensado, si las encuestas se cocinan, podrían llamarse huevos fritos o pil-pil o lentejas estofadas. Estarían dos amigos en un bar y le diría uno al otro, «en la última lenteja estofada del CIS sale muy bien valorado Albert Rivera». Y en ese plan. La utilidad del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) es que los ciudadanos conozcamos de cuando en cuando cómo está la intención directa de voto y la intención proyectada. Pero claro, es discutible que el propio Estado, o sea el Gobierno, sea el que haga esas encuestas y el que las tenga a mano antes que nadie. Corremos el riesgo de que las manipulen. Otra cosa es la desconfianza que podamos tener en que Rajoy o Soraya Sáenz de Santamaría sepan manejar un barómetro. A lo mejor la vice, que hasta baila con Pablo Motos, sí sabe, pero Rajoy parece que, en lo que respecta a habilidades manuales, no va mucho más allá de saber manejar un ejemplar del Marca, una caña de cerveza o un micrófono en el escaño.

Un mundo que llama barómetro a las cosas que se parecen a un barómetro como un huevo a una castaña es un mundo raro. Es como si los meteorólogos llamaran encuesta al resultado de medir la presión atmosférica. Dirían: «Tenemos un frente de bajas encuestas por los Pirineos, por lo que el riesgo de lluvia se acerca a la Península». Raro, raro, sí. La última encuesta del CIS, que paradójicamente no es la última, dado que hará otra, aunque no sea ya en esta legislatura, hunde a Podemos y da un cincuenta y tantos por ciento al bipartidismo, que se ve que resiste bien las bajas y las altas presiones. Y que lleva desde el 82 manejando el barómetro.