Hitler vuelve a estar de actualidad en Alemania. Esta vez no como tragedia, sino como farsa. Acaba de llegar a las pantallas de ese país una película en la que el dictador nazi despierta de su suicidio y se enfrenta a una sociedad que en principio le resulta totalmente extraña para acabar triunfando en los platós de televisión.

La idea se basa en la novela titulada Er ist wieder da (Él ha vuelto), del periodista Timur Vermes, que se convirtió en un auténtico best-seller hace tres años en ese país y que un director de apellido de difícil pronunciación, David Wnendt, ha llevado al cine.

En la novela, Hitler resucita de pronto, 66 años después de acabada la guerra en la capital del país que le aclamó a su día como salvador y de cuya total destrucción fue, si no único, que hubo otros muchos, sí principal responsable.

La broma consiste en que la gente con la que ese Hitler redivivo se topa cada vez que sale a la calle no le toma naturalmente en serio, no puede creer que sea el "führer" en persona sino un simple imitador.

El protagonista de la novela, que comienza protegido por un quiosquero y vendiendo periódicos, es descubierto por una productora de televisión y acaba convertido en estrella, en lo que es una clara sátira de la actual sociedad actual del espectáculo y del triunfo fácil gracias a la publicidad y a la manipulación de las audiencias.

Alguien pensó que en el libro había materia más que suficiente para una película, y el resultado está ahí. La película tiene un marcado tono documentalista: el director llevó al actor elegido, Oliver Massucci, a diversas ciudades del país y provocó encuentros con la gente en la calle, con gente normal, pero también con extremistas y con políticos del partido neonazi NPD o el de la xenófoba Alternativa por Alemania.

El principal interés de la película, que combina la sátira con la telerrealidad, un poco a la manera de Borat, de Sacha Baron Cohen, está sobre todo en las reacciones que provocan esos encuentros de personas de carne y hueso con el hombre que se presenta como Hitler, se parece extraordinariamente al personaje histórico y habla y gesticula como él.

El Hitler resucitado se abre paso en una sociedad en la que todo le resulta extraño: y así le vemos en un supermercado o haciendo un curso acelerado de internet hasta su conversión en estrella de TV tras su descubrimiento por una responsable de ese medio que podría ser a su vez la reencarnación de Leni Riefenstahl, la cineasta favorita del Führer.

La idea del director era que el intérprete no fuera un actor conocido y por tanto fácilmente reconocible como otros que han interpretado al dictador- por ejemplo, el suizo Bruno Ganz- para poder jugar mejor con el equívoco entre el público.

Ese Hitler paródico se enfrenta a la indiferencia de algunos y a las simpatías más o menos disimuladas de otros, pero el momento más dramático del filme es aquel en el que entra en la casa de una anciana judía que sufre de demencia senil y lo ha olvidado casi todo, pero de pronto reconoce en la nueva estrella mediática al criminal genocida que precipitó al mundo en un abismo.

Por cierto que de modo totalmente fortuito, el estreno de ese filme se produce poco antes de que pueda volver a editarse en Alemania la obra de cabecera del nacionalsocialismo, Mein Kampf.

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, la posibilidad de reeditar esa obra era algo tabú en Alemania, pero esa situación cambiará cuando prescriban a final de 2015 los setenta años que marca la ley para los derechos de autor de una obra.

Esos derechos, que pertenecieron en su día a la empresa editora del libro, Franz Eher Verlag, propiedad a su vez del Partido Nacionalsocialista y que fue borrada del registro mercantil en 1952, pasaron luego al ministerio de Finanzas de Baviera, su actual titular.

Hay quien, con la prescripción de esos derechos y la libertad teórica de reeditar la obra, teme que el libro de cabecera de los nacionalsocialistas pueda convertirse otra vez en best-seller en Alemania.

Esa posibilidad no parece inquietar, sin embargo, demasiado a la llamada "Oficina Federal para la Protección de la Constitución", para la cual los documentos y actores relacionados con el Tercer Reich no tienen hoy la misma significación que hace sólo veinte años.

La nueva edición de Mein Kampf que prepara desde hace tiempo el Instituto de Historia Contemporánea de Alemania (Institut für Zeitgeschichte), será en cualquier caso una publicación crítica, que tomará claramente distancia del pensamiento de Hitler.

Será, dicen en ese instituto, una edición voluminosa en dos tomos, que irá acompañada de nada menos que 5.000 notas o comentarios críticos.

En un principio, el Estado de Baviera tenía previsto subvencionar la publicación con medio millón de euros, pero finalmente desistió de ello después de que el primer ministro de ese land, Horst Seehofer, visitase Israel y allí le convencieran de la inoportunidad de hacerlo.

Todavía se debate si debería permitirse la reedición de la obra sin el acompañamiento de un aparato crítico, y aunque no habrá prohibición específica, parece ser que se quiere dejar la iniciativa a los tribunales de cada land del país.

Algunos consideran que es como ponerle puertas al campo porque actualmente la obra está en internet de forma que cualquier alemán puede descargarla de la red en cualquier momento.

Otros, sin embargo, parecen realmente preocupados por la posibilidad de que Mein Kampf se convierta en un superventas en momentos en que movimientos y partidos de extrema derecha parecen cobrar fuerza no sólo en Alemania, sino también en otros países europeos al socaire de la crisis de los refugiados