Sevilla y Málaga son dos ciudades. Parece de Perogrullo, una afirmación tautológica, pero no lo es tanto. Hacía hincapié en ello ayer el alcalde de Sevilla, el socialista Juan Espadas, sentado junto al alcalde malagueño, Francisco de la Torre, en un encuentro poco habitual en la historia de las dos ciudades moderado por el director del diario Sur, Manolo Castillo. Y no lo es tanto porque la ubicación administrativa de la Junta de Andalucía en Sevilla coloniza la imagen de la ciudad para sus vecinas andaluzas.

Por tanto no lo tiene tan fácil como parece Espadas en actuar como alcalde y sólo como alcalde de su ciudad junto al alcalde de Málaga, quien también tiene que superar por la misma razón la acendrada etiqueta de maltrato de la Junta en la inducida confrontación entre ambas ciudades, lo que proporcionó provincianos réditos políticos. Es relevante, por tanto, este encuentro de dos alcaldes de dos ciudades desencontradas, a pesar del humo retórico de sus intervenciones y de la dificultad de obtener concreciones claras de la conversación entre ambos.

Es verdad que se habló incluso del proyecto de construir «electrolineras» a lo largo de la autovía que conecta a ambas capitales andaluzas -capital política, capital económica, y las dos capitales turísticas- para facilitar su conexión con vehículos eléctricos, pero la fuerza de lo dicho en el coloquio estaba más en la presencia de ambos ediles juntos que en la concreción de un trabajo que ya «está muy asentado», según afirmaron. «No se trata de preguntar qué puede hacer la Junta por ti, sino de qué pueden hacer las ciudades por un proyecto regional común», repitió Espadas recordando las palabras de Kennedy, y advirtió que su preocupación no son los titulares de prensa.

Me consta que en Sevilla se acusa a Espadas dentro y fuera de su partido de «malagueñizarse» en exceso. Y De la Torre habrá de encajar más de un comentario sobre su acercamiento a la ensimismada Sevilla. También se encontraban presentes el alcalde de Granada, el popular Torres Hurtado, y la nueva alcaldesa de Córdoba, la socialista Isabel Ambrosio, quienes también están recibiendo en sus territorios críticas por no defenderse de ese eje político económico, continental y mediterráneo, que establecerían Sevilla y Málaga dejándoles supuestamente al margen y en desigualdad ante ese frente común. Pero cuando hablaron, la alcaldesa de Córdoba y el alcalde granadino dijeron que no sienten recelos «porque lo de Málaga Sevilla se está haciendo bien» y porque «el nuevo tiempo político» trae oportunidades de entendimiento por encima de los enfrentamientos y de la diferencia partidista.

Cuando entregamos los premios de La Opinión también el nuevo alcalde socialista de Torremolinos, José Ortiz, le dedicó un discurso de respeto y afecto al popular De la Torre. «Lo que ha conseguido Podemos en la política española», le comenté arrancándole un gran sonrisa al escritor Pablo Aranda…