Con la presentación oficial de candidaturas para las elecciones a Rector de la Universidad de Málaga se inicia la cuenta atrás de un proceso electoral que despierta numerosas expectativas en la comunidad universitaria malagueña. La presentación de los equipos de campaña de los tres candidatos que finalmente han optado por participar en estos comicios han puesto rostro además a los hombres y mujeres que van a apoyar de manera abierta a cada uno de los candidatos. El próximo martes día 17 dará comienzo la campaña oficial de estas elecciones, que tan solo durará una semana, hasta el día 24, para ser el jueves día 26 el fijado para la votación.

Tres candidatos, los catedráticos Ernesto Pimentel, Miguel de Aguilera, y José Ángel Narváez, han decidido dar un paso al frente para regir el destino de la Universidad de Málaga en los próximos cuatro años. A los tres hay que agradecerles su sentido de la responsabilidad con la institución académica al tomar la decisión de presentarse a estas importantes elecciones, que trascienden al ámbito exclusivamente universitario para ser seguidas con atención por el conjunto de la sociedad malagueña. No en vano, la Universidad de Málaga es la empresa pública más importante de la provincia, con más de 38.000 estudiantes, casi 1.800 profesores e investigadores, y otras 1.800 personas pertenecientes al colectivo de administración y servicios. En torno a 41.600 personas que estudian y trabajan en nuestra mayor institución académica, con un presupuesto que ronda los 290 millones de euros. Una elevada población, muy cualificada, que podrá ejercer en su totalidad su derecho al voto el próximo día 26.

Pero la relevancia de la universidad no solo está en sus dimensiones, la encontramos sobre todo en las funciones que desarrolla y en la proyección social de su trabajo. Encargada de la formación de nivel superior, así como de la investigación especializada, la Universidad de Málaga genera una incalculable producción de conocimiento que revierte directamente sobre su entorno, y que se expande a través de las redes nacionales e internacionales con las que está conectada.

Pese a la difícil situación del actual mercado de trabajo, la presencia de la universidad en el ámbito malagueño ha alterado profundamente su estructura socioeconómica y laboral con la incorporación progresiva a dicho mercado de los egresados universitarios; un volumen de talento y de especialización que ha transformado en positivo, cuantitativa y cualitativamente, una estructura antigua y anquilosada que impedía su modernización. Asimismo, la transferencia de recursos humanos y de conocimiento especializado a las empresas, a las instituciones, y al propio entorno, han situado, a falta de mayor reconocimiento, a la universidad en el centro del sistema productivo y del tejido social, cuya aportación resulta fundamental para la adopción de las políticas ad hoc que permitan el desarrollo integral de la sociedad.

La calidad de la gestión de la institución universitaria habrá de ser, por tanto, un requisito para seguir avanzando en la dirección apuntada: formando buenos profesionales, haciendo una investigación de alto nivel, y estableciendo puentes con los agentes sociales que faciliten la transferencia de sus resultados.

Las elecciones del próximo día 26 decidirán el futuro para el próximo cuatrienio de nuestra institución. Estoy seguro de que votaremos con la mayor responsabilidad y el mejor criterio, y que los candidatos harán una campaña honesta, limpia, y con argumentos. Como se espera de todos los miembros de la comunidad universitaria.

La exposición libre de las ideas, el debate abierto y franco, el cuidado de las formas, y la sujeción a la legalidad académica, habrán de ser la normas que garanticen el comportamiento democrático de unas elecciones que deben ser ejemplares, como corresponde a una institución que es ética por su naturaleza y que se dedica a formar a los profesionales y directivos del futuro.

Por muchos es sabido que quien suscribe esta columna apoya a uno de los candidatos, al catedrático de Fisiología y actual Rector en funciones de la universidad, José Ángel Narváez porque, sin demérito de los demás, concilia las virtudes y cualidades que se esperan del buen gestor de una institución tan importante: su experiencia en la gestión universitaria, que le permite un gran conocimiento de la Universidad de Málaga; su visión integradora de la institución académica, que propiciará una universidad sin desequilibrios internos entre áreas; su honestidad y cercanía personal, ajena a todo tipo de boato, que facilita la comunicación y el diálogo; su defensa de la universidad pública como un pilar fundamental de la sociedad; su compromiso con la docencia y la investigación de calidad como plataformas de innovación; su creencia en una universidad participativa y transparente, como la única fórmula para construir una universidad mejor que, partiendo de lo que está bien hecho, abra nuevos escenarios de desarrollo; o su convicción firme en la igualdad de género, como la acción todavía necesaria para garantizar una universidad nueva, donde todos y todas quepamos en igualdad de oportunidades.

Cuando vuelva a escribir esta columna, será a renglón seguido de los resultados electorales. Solo espero que cuando vuelva a hacerlo todo se haya desarrollado con la normalidad prevista, y bajo los principios y valores que rigen el conocimiento académico. Que el debate sobre la universidad se haya producido, y que las urnas se hayan pronunciado con libertad.

Así, gane quien gane, habrá ganado la universidad.

*Juan Antonio García Galindo es catedrático de Periodismo de la Universidad de Málaga