Carta abierta al partido popular

No soy político. Todos los comentaristas a través de todos los medios y foros de comunicación coinciden en que la cuestión catalana ha llegado donde ha llegado porque el gobierno del Partido Popular, con mayoría absoluta, no ha sabido dialogar, lo que no significa ceder derechos nacionales, con los interlocutores válidos de dicha Comunidad Autónoma.

Quizás tengan mucha razón porque al igual que los cauces de los ríos pueden ser reconducidos, también es verdad incuestionable que las riadas destruyen.

Estando donde estamos y dando al Gobierno de España total e incondicional apoyo para reconducir la situación por bien de todos, es necesario plantear la siguiente cuestión:

Si se sigue permitiendo, como ha sucedido con los responsables de la Generalitat Catalana, que otros dirigentes autonómicos o municipales, entiéndase gobernantes y alcaldes de Barcelona, Cádiz, Madrid, Valencia, etc. etc., se vayan saltando las leyes y las normas establecidas, nos encontraremos con igual o parecido problema que España tiene ahora con Cataluña.

Señores del Gobierno, «laissez faire, laissez passer, le monde va di lui mé-me» («dejar hacer, dejar pasar, el mundo funciona por sí mismo») no es cierto.

El mundo, las sociedades funcionan si son dirigidos con la responsabilidad del tiempo, de las leyes y de las democracias.

No vale con laissez faire, que ya escarmentarán, no, porque eso no es gobernar.

Ángel Alonso Pachón. Torremolinos

Las armas en EEUU

Los tiroteos escolares se están convirtiendo en endémicos en la América contemporánea: jóvenes, incluso niños, se lían a tiros con compañeros, maestros o cualquiera que se les cruza. Ciertamente la pelea es tan americana como el pastel de manzana, aunque, claro, ahora se emplean armas de fuego y no los puños o las palabras. Ese país ha glorificado el dinero y ha creado sus mitos en relación a robarlo o protegerlo con las armas. Todos los niños nos hemos peleado por el amor de una chica, por el buen nombre de nuestra familia, hasta por una pelota. Pero en la mayoría de los países las

consecuencias no pasan de un ojo hinchado o, en el peor de los casos, una pierna rota. Solución: se podría controlar la venta y hacer recapacitar a los padres y madres estadounidenses sobre lo que es un arma y que no se pueden tener por casa como juguetes a alcance de niños y jóvenes.

Andrés Mengual. Málaga