El alemán Nico Rosberg (Mercedes) se aseguró el pasado domingo en Brasil el segundo puesto del Mundial de Fórmula Uno, una posición agridulce para un piloto que ha conseguido demasiado tarde emerger como el mejor del campeonato.

A falta de una prueba y con la victoria anticipada a manos de su compañero Lewis Hamilton, Rosberg logró su decimotercer triunfo y se convirtió así en el segundo piloto de la historia con más carreras ganadas sin haber sido nunca campeón. En esa marca, igual que en la temporada, también lo aventaja un británico, Stirling Moss, que logró dieciséis victorias. Pero si de algo fue testigo el domingo el deslucido autódromo de Interlagos es del quebradero de cabeza que será Rosberg para Hamilton el año que viene.

Y es que el alemán ya no se conforma con el ser el segundo de su escudería, campeona del Mundial de Constructores. Al ganar por segunda vez consecutiva en suelo brasileño, el germano (con 297 puntos) consiguió eclipsar a su compañero (líder absoluto con 363 unidades), que buscaba ganar para rendir tributo desde lo más alto del podio al fallecido astro Ayrton Senna. Incluso lo reconoció el presidente de Mercedes, Nikki Lauda: «Quizá Lewis ha perdido un poco la necesidad, pero aún así sigue luchando, solo que, ahora mismo, Nico es mejor».

Y también su jefe de equipo, Toto Wolff: «Ambos pasarán tiempo este invierno reflexionando sobre el final de la temporada. Pero algo importante ahora es la clase de Rosberg».

Desde que asegurara el título en Estados Unidos, Hamilton no ha tenido más remedio que asistir al auge de Rosberg, que comenzó inestable la temporada.

Rosberg llegó a estar fuera de la parrilla de puntos en Italia y Rusia y por poco repite experiencia en Hungría. Se impuso a Hamilton en España, Mónaco, Austria y Singapur, pero sólo una vez el campeonato estuvo decidido, el alemán pisó a fondo el acelerador. Ni siquiera él lo explica: «estoy más agresivo con respecto al inicio de la temporada. No tengo una explicación específica de por qué estoy tan fuerte ahora, pero quiero seguir así».

De nada sirvió el esfuerzo de su compatriota Sebastián Vettel (Ferrari), que luchaba por seguirlo de cerca y que se mantuvo como el eterno tercero durante el fin de semana.

Rosberg sacó las uñas y hasta firmó su sexta pole del año, la quinta consecutiva y la vigésima en el mundial. «Estoy disfrutando de este momento. Después de perder el Campeonato en Austin todo parecía bastante negro", dijo para concluir que el periodo de reflexión que tuvo le permitió volver más fuerte. Tanto que enlazó dos victorias consecutivas.

Rosberg ya piensa en 2016, un año en el que promete acabar con la hegemonía británica e izar de nuevo, después de dos años, la bandera alemana.