Ayer vimos otro Real Madrid-FC Barcelona, un partido diferente a todos que da mucho que hablar la semana previa. Que si el Madrid sería defensivo u ofensivo, que si Messi será titular o no. Lo visto ayer también dará para hablar toda la semana que viene.

Lo que se vio en esos noventa minutos pocas veces engaña. La plantilla del equipo blanco es claramente mejor que la del Barça. Esta temporada mucho más. Para empezar, los once titulares que salieron ayer eran los mismos que jugaban el año pasado si cambiamos a Navas por Casillas y a Danilo por Carvajal. Sólo un español entre esos once (Ramos). Por el contrario, en el Barcelona hasta cinco españoles entre sus titulares (los cinco formados en su cantera).

La realidad de lo visto ayer es que el Madrid juega muy mal, con una falta de actitud tremenda y cada uno a la suya. Y eso cuando te enfrentas a un gran equipo hace que te pinten la cara aunque Messi sea suplente. El partido acabó con la megafonía a tope para acallar los pitos de la mitad de los aficionados madridistas. La otra mitad ya se había marchado del Bernabéu.

El baño fue letal. Ese baño es un reflejo de algo más profundo que lo que pasa en el césped. La diferencia entre los dos clubes es claramente de filosofía. Por un lado, el equipo catalán tiene claro a qué quiere jugar (lo lleva haciendo muchos años). Los que juegan lo hacen porque son titulares indiscutibles por lo que han demostrado jugando al fútbol. Además, intentan formar (y sacar a jugar) a chicos de la cantera en cuanto pueden.

En el Madrid no hay nada de eso. No hay filosofía. No se sabe a qué quieren jugar. Es lícito fichar como entrenador a Benítez para sustituir a Ancelotti, dos entrenadores muy diferentes. Lo que sorprende es pretender que Benítez haga jugar a su equipo como jugaba el de Ancelotti.

¿No es mejor quedarse con el técnico italiano para eso? Máxime cuando los jugadores estaban con él y así lo pidieron públicamente.

El trabajo del técnico español es muy difícil. Todos saben que es un entrenador al que le gusta el orden, el equilibrio, no conceder ocasiones y hacer rotaciones con su equipo. La verdad es que muy al ataque sus equipos no jugaron nunca. Él está encantado con que sea Casemiro su mediocentro y que todo su equipo trabaje en la presión defensiva. Y quien no lo haga no juega. Pero eso no vale en el Madrid. ¿Qué ha hecho Bale para ser titular indiscutible en este equipo? ¿Y Benzema? ¿Qué tiene que hacer Isco para ser titular? ¿Danilo es mejor que Carvajal? Ayer no fue fiel a lo que cree dejando fuera a Casemiro del equipo y poner a jugadores que no están para ser titulares en este equipo. Esto es un grave error.

No olvidemos que esos mismos jugadores (salvo Danilo y Navas) marcaron un récord de partidos ganados consecutivos venciendo incluso al Barça. ¡Los mismos jugadores! Pero es que esos jugadores creían en lo que les propone el entrenador anterior y no creen en lo que les pide su entrenador actual. Esto tiene un mal final porque si los jugadores no creen en ti es fácil que acabes despedido. Lo peor es que en ese club los jugadores mandan mucho y el presidente poco respeto tiene por los entrenadores.

Hablemos del presidente. Él es quien ejerce de director deportivo en el club y es evidente que es capaz de fichar grandísimos jugadores pagando unos precios brutales, pero de planificación deportiva poco sabe. Va cambiando de entrenador como de corbata. Pero mientras que siempre usa el mismo color de corbata, los entrenadores que ficha son totalmente opuestos unos de otros. Seguro que no le va a temblar la mano para «cargarse» a Benítez y traer a otro sin asumir él ninguna culpa. Pero así no arreglará nada. Sólo pondrá un parche. Quizás debe plantearse dar un paso atrás y dejar que sea otra persona quien asuma la dirección del club porque con su filosofía se ha ganado una de las últimas siete ligas y es esta competición la que marca si estás haciendo las cosas con criterio o vas dando bandazos.

Sin filosofía seguirán a la deriva. Hay que apostar en un método y tener paciencia para que ese método dé resultados y te lleve al éxito.