Al grito de ¡Allahu, akbar!, dio comienzo su orgía de sangre. Ismail Omar Mostefai, uno de los tres que entró en aquella sala de mediados del XIX del Boulevard Voltaire, tenía los ojos nerviosos en la oscuridad del establecimiento, pero le brillaban. Desde el escenario no entendían nada y algunos se incorporaban de sus butacas o giraban el cuello. ¡Allahu, akbar!

Me ha decepcionado el tratamiento gráfico y de titulares de la casi totalidad de la prensa española. En una viñeta leía: «Pienso que la solución para cualquier conflicto es no crearlo. Pero me dicen que esa es una idea infantil». Debe entender el dibujante que el mal es ajeno al hombre, o que todos podemos sustraernos a él y esas cosas. Qué ingenuidad más española y contemporánea. Pero confieso que lo que más me enternece es cuando oigo hablar de que no hay que confundir a unos pocos con los muchos, o que la libertad se defiende sin recortes y esos discursos que desde el consenso de la transición política española vienen durmiéndonos como una nana. Nos están matando y en vez de sacar las manos de los bolsillos nos sujetan. Son los compañeros de viaje, unos son cobardes, otros tontos, otros ahítos de moralina, los hay que bien pagados… Pero qué diferencia de pueblos, el español en su 11M y el francés en su 13N. Nosotros con el miedo en las urnas para salir rápido de Irak y otros entonando La Marsellesa al abandonar el estadio. La Marsellesa como desafío, qué razón tenía Orianna Fallaci con La rabia y el orgullo.

"Allons enfants de la patrie

le jour de gloire est arrivé!

Contre nous de la tyrannie

l´étendard sanglant est levé!

l'étendard sanglant est levé!

La recuerdo en la voz de Edit"

La recuerdo en la voz de Edith Piaf. Ya hay plazas cuyos nombres suenan a la lucha por la libertad, Tahir o Maidán, ahora un viejo café, Bataclán.

Pero aquí, entre nosotros, lo que nos preguntamos es de qué se esconde Daniel Pastor, si esquivas las citas es peor. Mira que has ganado dinero con los concursos de acreedores. Ahora toca la bendición social. Igualito que Antonio Díaz Rodríguez, el hermano albino de Stella Maris, de la comunidad de los padres carmelitas descalzos. Piensen que no todos los santos son advertidos por la Iglesia, quizá éste sea uno. Pero la gran noticia que ahora deleita es el apartamiento de Arenas de la política andaluza, aunque yo no me lo creo, seguirá enredando, no ha hecho otra cosa en su vida, jamás ha trabajado más allá del partido, ¡qué grande eres, Javier! Como Pablo Iglesias, que se siente orgulloso de su candidato de Jaén, Andrés Bódalo, condenado por agresión, es lo suyo, refocilarse en la condena. Y qué demócrata Iglesias, qué arte para hacer las listas, qué dedazo. Y la IU de Alberto Garzón, que se presenta por Madrid porque Málaga es poca cosa, quiere prohibirle a las eléctricas que usen carbón extranjero. ¿No deben comprarlo allá donde es más barato?, así es la sinrazón comunista, como los ritos de santería en el monte Gibralfaro descubiertos estos días, ahora sin animales degollados. He conocido hasta prácticas satánicas con algún político todavía en activo. Pero aquí, la mayoría de los docentes rechazan la idea de cobrar según sus resultados, como propone el pedagogo José Antonio Marina, usted me paga haga yo lo que haga, vienen a decir, ¡ejem, faltaría más! Menos mal que Bodegas Antakira recibe su merecido reconocimiento en la Guía Peñín 2016. Está integrada en Distribuciones Narbona Solís, cuyo propietario ahora tiene problemas por los chiringuitos de la Plaza de Toros, ¡ay, qué efímero es todo! Ya lo dice uno de los más grandes, Juan Ramón Jiménez, en El viaje definitivo y que dedico a todos los muertos del pasado fin de semana en París:

"… Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;

y se quedará mi huerto, con su verde árbol,

y con su pozo blanco.

Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;

y tocarán, como esta tarde están tocando,

las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;

y el pueblo se hará nuevo cada año;

y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,

mi espíritu errará, nostáljico…

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol

verde, sin pozo blanco,

sin cielo azul y plácido…

Y se quedarán los pájaros cantando".

Nota: Nostáljico con jota, como gustaba Juan Ramón.

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