En el mundo del diseño, tanto el diseño gráfico como el industrial, es al cabo de los años cuando una obra realmente toma importancia. El paso del tiempo pone a cada uno en su sitio y logos como el de IBM o el de Apple se convierten en obras maestras, es así como diseños como el de Mini, un coche que representa a una cultura, o el de la silla Breuer se convierten en iconos famosos. No es solo por su belleza o utilidad sino porque realmente están por encima de modas, son atemporales. Son buenos.

Permítanme esta, quizá frívola, introducción para extrapolar al mundo de las organizaciones o asociaciones. Si hay alguna que merezca el mismo mérito es Nuevo Futuro.

Nunca más que ahora un nombre compuesto por «nuevo» y «futuro», podría definir mejor la situación que vivimos. Necesitamos cambiar el futuro de muchos desfavorecidos, y debemos trasladarle a los que lo necesitan una nueva familia, un concepto de familia nueva. Desde los años 60 Nuevo Futuro busca casa para los que no tienen hogar, y merecen que les echemos una mano en la medida de lo posible, como siempre, en el puente de diciembre en el Palacio de Congresos de Málaga, llega El Rastrillo con un grupo de voluntarios que desde hace muchos años colabora desinteresadamente por los demás, por un futuro mejor para los niños. Los voluntarios trabajan durante muchos días capitaneados por Carmen Barrionuevo y su espíritu, que consigue movilizar cada año a media Málaga.

Libros, adornos, un estupendo almuerzo, la tómbola, cualquier cosa encuentras en el rastrillo y cualquiera de ellas es perfecta para crear un nuevo futuro para los niños que no tienen hogar.

Por cierto, gracias a todos los voluntarios y asistentes, los que hoy ayudáis y los que habéis ayudado siempre. Gracias a vosotros Nuevo Futuro, les dará una familia, un hogar, y quién sabe, quizá un mundo lleno de oportunidades.