Si algo puede irritar en nuestro presidente del Gobierno es, entre otras cosas, la alta opinión que parece tener en todo momento de su propia persona, lo pagado que está de sí mismo. Y a la vez, su poco -o más bien nulo- sentido del ridículo.

Mariano Rajoy es como el equivalente español -o gallego si se prefiere- de ese personaje francés conocido como monsieur de la Palisse, asimilable por cierto a ese Pero Grullo tan nuestro, que aparece ya por cierto en boca de Sancho en el Quijote.

Llaman nuestros vecinos palissades a lo que nosotros llamamos «verdades de Perogrullo» o perogrulladas. El término, según leemos en algún diccionario etimológico, se deriva de unos versos escritos al parecer por uno de los soldados del noble y mariscal de Francia Jacques de la Palice, quien murió en el sitio de Pavía (1525).

Decían así los versos originales: Hélas, monsieur de La Palice/il est mort devant Pavie/Hélas síl n´était pas mort, il serait encore en vie, que hay que traducir así_ «Ay, señor de La Palice, muerto frente a Pavía, Ay, si no hubiese muerto, seguiría vivo todavía».

Al parecer la palissade, la perogrullada se debe a una mala transcripción del obituario dedicado al noble guerrero por parte de alguien que tomó una «efe» por una «ese» y confundió il farait encore envie (daría aún envidia) por serait encore en vie (seguiría con vida).

No he podido evitar pensar una vez más en ambos -en nuestro Pero Grullo como en el monsieur de la Palice (o Lapalisse) del país vecino- al escuchar una vez más al presidente del Gobierno y líder del PP explicar por qué tiene que gobernar la lista más votada. Su explicación: «Porque es la que obtuvo más votos».

O cuando afirma que le parece «lo lógico» no participar en ningún debate que no sea con el líder de la oposición, es decir el dirigente socialista, porque, según explica, «yo voy a hacer el debate que se hizo siempre en España». Y eso que los debates son su «medio natural». ¡Sin comentarios!