En todas las campañas se fabrican espantajos, muñecos terribles que se ponen en la punta del nisperero para que los mirlos no se empachen de fruta. Algunos son inconsistentes, por lo que los pájaros negros los bordean y acaban tomándolos por el pito del sereno: ni infunden pánico ni provocan pesadillas. Algunos no llegan ni a la categoría del hombre del saco. El uso con mayor o menor fortuna del instrumento disuasorio, cita tras cita, no ha hecho mella alguna en la creencia de que va a ser eficaz.

Los equipos electorales, antes de trazar cualquier estrategia, se sientan alrededor de una mesa y encadenan un espantajo tras otro hasta que, finalmente, apuestan por el que más daño puede provocar al contrario. Suelen guardarlo en la recámara.

El PP ha puesto en circulación el espantajo del tripartito que preparan en C´s, PSOE y Podemos; Podemos tiene a mano a Bárcenas y a Rato contra el PP; el PSOE resucita con Felipe González la vinculación de los de Iglesias a Venezuela; en IU subrayan la perversión de la democracia española desde su ausencia en los debates electorales; en el ambiente, desde la transversalidad, la corrupción de unos y de otros, del pasado y el presente...

La campaña está ahora mismo en el minuto del espantajo. En los cuarteles generales se pone el ratón sobre el manual, y un napoleón cualquiera ordena meter el dedo en el ojo. Nadie sabe si el efecto va a ser fulminante, si es de largo recorrido, si hay que echarle más gasolina para que prenda más, si está tan manido que es más que previsible que vaya directo al fracaso... Nadie sabe realmente qué porcentaje de influencia va a tener.

No importa: cita tras cita, se prepara el cóctel y se lanza a la arena. Sólo hay una esperanza psiquiátrica: hay un punto de saturación donde el cerebro, deseoso de liberarse, opta por un espantajo, quizás el último que le ha llegado. Puede ser hasta un meme, un vídeo que aterriza en el móvil, una incursión en YouTube... Seguro que cualquier cosa antes que una propuesta sesuda.

Me da que esta vez vamos a acabar de espantajos hasta muy arriba.