Enclavado en la profundidad del Parque Natural de los Montes de Málaga, se encuentra el pago de Jotrón, uno de los 25 pagos diferentes en los que se dividían los Montes de Málaga hasta mediados del siglo XIX, y cuya denominación y término se mantienen actualmente en el distrito forestal del Parque Natural. La historia de este enclave es muy larga, como ocurre en todo el perímetro de este importante área de la geografía interior malagueña, cuyos primeros asentamientos humanos se pierden en la lejanía del tiempo histórico, y con los que la historiografía académica tiene la deuda pendiente de retomar su estudio y evitar que caigan en el olvido. La investigación ha de volver la mirada hacia estos lugares, cuya historia e idiosincrasia forman parte indiscutible del devenir de Málaga y de su provincia. El Parque Natural de los Montes de Málaga es un paisaje humanizado y con historia propia antes de ser parque, a diferencia de otros espacios naturales, lo que le otorga una singularidad específica que merece y necesita la atención de las instituciones locales, provinciales y autonómicas, de los medios de comunicación, y de la propia Universidad de Málaga, para seguir preservando este espacio excepcional, y sensibilizar a los ciudadanos y a los agentes sociales, económicos y políticos para procurar su apoyo a esta tarea.

Acompañado por el Presidente de la Junta Rectora del Parque Natural, Diego Vera Jurado, visitamos hace unos días el yacimiento mozárabe y el caserío de Jotrón, dos de los lugares más significativos del parque, y buena muestra de su valor histórico. Ascendimos, en primer lugar, al Cerro de Jotrón, cuya elevada pendiente nos llevó a una impresionante atalaya desde la que, dominando las alturas del parque, se otea todo el interior de la provincia malagueña. Y en la cual el despoblado mozárabe de Jotrón, citado por Federico Guillén Robles, Nicolás Cabrillana, Manuel Acién, o Carlos Gozalbes Cravioto, donde se ubicara un posible castillo y ermita, es hoy un desolado mirador que otrora controlaba el camino de herradura de Casabermeja hacia Málaga y hacia Antequera. Situado en una cota superior a los 800 metros, a cuyos pies discurren los arroyos de Jotrón y del Jotroncillo, las ruinas evocan un pasado de rebeliones y de defensa de la identidad mozárabe en el Alto Medioevo andaluz. El caudillo muladí Omar Ben Hafsún (850-917), nacido en Parauta y de origen visigodo, extendió por los territorios de Al-Andalus la insurrección de muladíes, mozárabes y bereberes contra el Emirato Omeya de Córdoba, situando en Bobastro su cuartel general. Ben Hafsún llegó a dominar la plaza fuerte de Jotrón, así como el castillo de la Reina, hoy desaparecido, y ubicado asimismo en los límites actuales del Parque Natural, en el sitio denominado de la Fuente de la Reina. En la actualidad, tanto el despoblado mozárabe como la ermita de Jotrón aparecen identificados con código propio en el Patrimonio Inmueble de Andalucía; si bien, como señala el Plan General de Ordenación Urbanística de Málaga, el despoblado es más conocido por la historiografía que por los registros arqueológicos, pues como es sabido éste fue prácticamente destruido por el movimiento de tierras realizado para abrir un cortafuegos en el Cerro de Chaperas. Dicho Plan General contemplaba la propuesta de conservación y limpieza del yacimiento, aunque no se ha llevado a cabo ninguna intervención hasta el momento, por lo que corre el peligro de que desaparezca para siempre todo rastro arqueológico de su existencia.

De los Altos de Jotrón descendimos a la cota de 500 metros para encontrarnos con la Hacienda o Cortijo de Jotrón, el lagar más importante del Parque Natural, que en sus tiempos llegó a ocupar a más de 300 trabajadores. Su lamentable estado de deterioro por el abandono y el expolio furtivo no han sido capaces de ocultar todavía la grandiosidad de este edificio, destacando sus enormes dimensiones, entre cuyos restos sobresale aún la fachada de su torre. Atribuido al arquitecto José Martín de Aldehuela (1729-1802), su superficie construida fue de 1100 m2, y contó con tres plantas, que sirvieron para uso agrícola y residencial. Estudiado por Mª Begoña Villar García, la Hacienda de Jotrón es uno de los exponentes más importantes de la arquitectura rural malagueña de finales del siglo XVIII, cuyo carácter funcional permitió la combinación de usos diferentes, sin estar exenta de elementos artísticos, entre los que destacaba la decoración mural. La singularidad de este modelo de lagar-villa, según definición de la profesora Villar, y sus valor arquitectónico, merecería su mayor protección pese al estado de deterioro actual. No solo como muestra singular de una arquitectura y de un tipo de hábitat, o como testigo principal de la mayor actividad económica del entorno, sino también como testimonio del ascenso social de su propietario, el francés afincado en Málaga, Juan Bautista Maury (1740-1804), que llegó a ser el comerciante más rico de la ciudad, en unos años en los que la presencia de extranjeros empezaba a anticipar su importancia en la historia económica de Málaga.

Recuperar y conservar el yacimiento arqueológico y el cortijo de Jotrón, antes de la desaparición definitiva de estos lugares, ha de ser un reto de la Administración Pública andaluza y malagueña, tanto por su valor como patrimonio histórico como por estar en suelo público. Ponerlos en valor como espacios públicos de uso cultural respetuosos con los objetivos del Parque Natural, incrementaría su atractivo y redundaría en beneficio directo de los municipios que lo constituyen (Málaga, Casabermeja, y Colmenar), y en particular de la ciudad de Málaga, de cuyo centro apenas dista 12 kms.

*Juan Antonio García Galindo es catedrático de Periodismo de la Universidad de Málaga