La premisa para jugar en política es estar dispuesto a jugar fuerte. Por el mero hecho de hacerlo un político no asegura un resultado (puede ir de farol) pero ya acredita esa condición previa para su oficio. Rajoy ha jugado fuerte al apartarse como candidato, y Sánchez lo ha hecho al ofrecerse al Rey como tal si Rajoy se echaba a un lado, aunque no le salgan por ahora los números para ser investido. En realidad ya lo había hecho en aquel debate, cuando dinamitó cualquier puente con Rajoy («usted no es un presidente decente»). La frase, sin duda calculada, puede que haya evitado el sorpasso de Podemos y situado al PSOE como segunda fuerza. El PP no queda descartado aún como opción de poder, pero, salvo nuevas elecciones, quizás Rajoy sí. Tras tanto merodeo, la partida entra en fase álgida, y puede incluso que la carta haya abierto la tan enfáticamente llamada «segunda transición».