Rosa Díez se da de baja en UPyD y pide la disolución del partido. RIP. El último que apague la luz. Esto es un artículo sobre un partido sin militantes. Exhausto, sin vida. El partido, no el artículo ¿Tienen lectores las columnas sobre partidos sin militantes? Esta columna es una necrológica. UPyD pareció viejo en plena juventud. Contribuyó a propulsar reformas que otros se apropiaron. Fue visto como faccioso en algunos asuntos pero era una cepa del PSOE. No llegó a ser engullido por Ciudadanos pero sí fue la formación de Albert Rivera la que le comió la tostada. Ciudadanos fue a UPyD lo que Podemos quiere ser al PSOE. Andrés Herzog, su último candidato y presidente, se ha dado de baja y se ha apuntado al paro. No es una metáfora. Ignoramos si los servicios públicos de empleo tramitan ofertas para secretarios generales de partido. En plan, se necesita líder para proyecto político en contexto histórico importante. Lo malo es que sobran líderes. O al menos, jefes de partido. UPyD aspiraba a que la gente pronunciara sus siglas como si pronunciaran UCD. Pero en lo único en que se han parecido a ellos es en desaparecer. Los Upeyderos siguen diverso camino y ahí está Toni Cantó en Ciudadanos e Irene Lozano en el PSOE. Tal vez se reúnan todos una vez al año a cenar como hacen los que una vez fueron compañeros en una empresa que ya no existe. A recordar viejos tiempos, que en realidad son los nuevos, que no obstante se han quedado muy atrás.

Rosa Díez afirma que han dejado un magnífico legado. Es la prosa mortuoria, claro, la que se vierte sobre los cadáveres en esta España de matar y después alabar. Aquí la mejor adjetivación se da en las necrológicas. UPyD pecó de personalismo y Díez no dejó hacer mucho a sus lugartenientes. Para cuando cierta prensa entendió que eran la tercera vía y empezaron a levantarle el castigo del silencio ya la voz de los emergentes era clamorosa. Díez se queda sin coche oficial por primera vez en su vida. España pierde un partido, una voz y, seamos serios, a casi todos nos importa una higa. El muerto al hoyo y el vivo a Ciudadanos. O al PSOE o a Podemos o al PP.