El otro día, un colaborador le dijo a Martín Serón que por qué no se iba más discretamente; o tras una rueda de prensa, o que cómo iba a ser su adiós de la alcaldía, a lo que el ya exalcalde de Alhaurín el Grande replicó: «qué pasa, ¿que no me merezco un pleno extraordinario?». O sea... Vamos, que tenía ganas el hombre de partido homenaje. Le ha dado el síndrome Hugo Sánchez, que no veas si se puso pesado para que el Madrid le brindara un partidito en el Bernabeú en el que pudiera hacer sus chilenas y numeritos. Y recaudar. Ocurrió en el 97. Serón no hace chilenas. No que sepamos. Hace lamentos y lanza invectivas y destripa enemigos, brujulea en la sede del PP y juguetea con los poderes fácticos de su municipio. Un poco más y se va en 2050. Hubiera estado bien convocar a todas las viejas y nuevas glorias que detestan o aman a Serón (en política a veces es casi lo mismo). Y citar allí a Bendodo y Conejo y Heredia y Margarita del Cid y Toñi Ledesma de animadora. Todos en la grada reconciliados y con camisetas con el rostro de Serón. O sea, seroneando. Aplaudiendo los regates dialécticos y coreando su nombre en la grada igual que hizo el Bernabeu con Sánchez, que metió tres de los cuatro goles que le endosaron al sparring que se buscaron. Lanzando confetis, comiendo palomitas... Serón podría firmar autógrafos y regalar la camiseta a un chavea, besar el escudo, dar una vuelta de honor y lanzar un penalty tal vez a lo Panenka o como el del otro día del Barça. En el Marca saldría.

A partir de ahora el municipio lo regirá el PP, que sólo tiene un concejal. Queremos decir, la dirección provincial del PP, que ha trenzado un pacto con los restos del seronismo, al que manejará, y que conllevará que Ledesma acceda a la alcaldía. Al PP le cabe todo. La derecha se reagrupa pero la izquierda tiene aún una sopa de siglas de las que no sabemos si saldrá un puchero potable para las próximas municipales. También le caben cositas. Tal vez tras el pleno de ayer alguien fuera a darse un homenaje. De aquí al 2019 pelillos a la mar y todos al redil. La vuelta de los hijos díscolos. Serón con los trofeos en la estantería. Los otros blandiendo su cabeza.