Son casi las tres de la tarde de ayer. Un hombre maduro mira a cámara y nos dice que siempre le ha gustado estar guapo. Luego le vemos recogiendo a su nieta del colegio, como tantos abuelos que sostienen la imposible conciliación familiar y laboral hacen. Pero una monitora le dice que «su hija», no su nieta, se ha portado muy bien hoy. La orgullosa sonrisa del atractivo abuelo le alza el mentón y aparecen entonces sus dientes perfectamente blanqueados, es de suponer, por una clínica Vitaldent. Pero no es verdad que el abuelo parezca un galán de cine por culpa de la clínica dental, ni que Vitaldent fuera un negocio blanco, presuntamente, aunque sirviera para blanquear. Tras el anuncio del abuelo seductor de Vitaldent, casi sin solución de continuidad, comienza el informativo. La primera imagen es para el fundador del grupo franquiciador, Ernesto Colman, acusado de blanqueo (y no de esmalte dental precisamente) y fraude contable. Se le ve detenido junto a su vicepresidente Bartolo Conte y once colaboradores por policías de la UDEF. Parece ser que en unos ocho años sacó de España cerca de 140 millones de euros derechitos a paraísos fiscales (esa hipócrita realidad permitida por todos para extractivo disfrute de unos pocos).

Antes, en la radio había oído la voz de Ramón Mesas, propietario de los restaurantes La Pesquera, en una entrevista en la que aconsejaba a los jóvenes que quisieran ser empresarios que fueran honestos. También les recordaba que debían pagar las cuotas de la seguridad social (aunque es verdad que me sorprendió un poco que dijera que había que hacerlo para que no les cobraran un recargo del 20%, no por responsabilidad). Mientras hablaba grabado en la radio -el hostelero estaba ayer fuera de España- registraban su casa en Marbella, un banco, una nave industrial, algún restaurante y una pizzería que está al lado del Palacio de Congresos, por lo que en un primer momento se pensó que era ese edificio el que estaba siendo registrado por la Guardia Civil. La operación contra el fraude fiscal parece tener su origen en lo denunciado por la exmujer del empresario. Del amor al odio una vez más. Recuerda al soplo de la exnovia de uno de los delfines de Pujol, de cuando le acompañaba a Andorra para presuntamente dejar allí cantidades de dinero que llevaban en el coche (quizá en esos billetes de 500 euros que sólo les han servido a ellos y por fin van a retirar). Qué inquietante significado adquieren aquí aquellos versos de Neruda: «La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise€».

Con lo que nos van a devolver los bancos a medida que sigan perdiendo en los tribunales por sus abusos, como ahora la «generosa» Bankia empieza a devolver a sus engañados accionistas, podríamos darnos una comilona en La Pesquera y luego hacernos una limpieza en Vitaldent. Y que me perdonen los afectados la cansada ironía€