Le llaman el pacificador. El conciliador. El negociador. Incluso le han tildado de ser la verdadera víctima del SAS en Málaga, pese a quien le haya creído verdugo. Pero todos, compañeros, sindicatos, políticos y periodistas estamos de acuerdo en que si hay una acepción que define a José Luis Doña es la de médico. Uno de tantos que se preocupan por los pacientes sin saber decir no.

Ha dirigido la batuta de los hospitales malagueños con una empatía envidiable sin saber mirar hacia otro lado cuando se le pedía austeridad. Y eso, precisamente eso, ha sido lo que ha acabado con él como gerente. Lleva herido de muerte meses, desde que comenzó a plantar cara a la falta de inversión sanitaria de Málaga.

Dicen quiénes ayer estaban con él cuando supo la noticia que estaba abatido y que sus primeras palabras fueron de agradecimiento. Una muestra del carácter de un hombre bueno que ha tenido que sortear cientos de líneas rojas: gestionar sin recursos, luchar contra gigantes descabezados que mandaban a golpe de teléfono y miles de profesionales cabreados viendo en él al responsable de una gestión insuficiente para una provincia de mucho peso.

Parece que ahora se reincorporará a su puesto de médico raso, donde ejercerá su verdadera profesión, dando suerte a los pacientes que ahora le visitarán en su centro de salud y dejando huérfanos a muchos profesionales y cargos médicos que vieron en él un cambio. Aunque este llegara con tijeras de podar y con más limitaciones que talonarios, en un organismo que cada vez es más opaco y que necesita de permisos para (casi) todo.

Doña ha sido durante un año y medio el gerente de la empresa más grande de Málaga y eso le ha valido grandes madrugones, muchos malos ratos y alguna que otra satisfacción, menos de las que hubiera querido. Ha dirigido, como ha podido, a más de 9.000 profesionales, muchos de ellos insatisfechos y cabreados a causa de los recortes de un sector que no debería padecerlos, pero la puerta de su despacho siempre ha estado abierta y con ánimo por dar buenas noticias pese a apenas disponer de medios para ello. Se le echará de menos.