No sé si estamos más cerca o más lejos de un Gobierno presidido por el socialista Pedro Sánchez. Hay por delante tres semanas para hacer realidad un gobierno progresista pero confieso que salvo algunas realidades todo está sobre el alero. Verdad es que Pablo Iglesias ha bajado el diapasón y arrogancia para no aparecer como el malo de la película y que Pedro Sánchez ejerce de bueno, con la pistola enfundada pero presta a disparar mientras suena la música de Ennio Morricone. Algo se mueve, algo hay en el horizonte que parece abrir esperanzas, aunque sobre la mesa de la negociación parezca imposible que cuaje un gobierno de esperanza, pero, bueno, es lo último que se pierde. Hay en el horizonte como una suave brisa dispuesta a levantar el pesado aire tormentoso que sobrevuela España, o al menos de una parte de ella. Tanto Pablo Iglesias como Pedro Sánchez han escenificado un duelo sin necesidad de disparar, de quiebros y requiebros, a la espera de posibles acuerdos de gobierno. Hay un tercer personaje en la película de Sergio Leone que engrasa sus armas, sin prisas, esperando que sus adversarios se baleen. Se llama Mariano Rajoy, que aparece como el malo de la película y que acaricia el fracaso de quienes se han sentado para evitar haya elecciones el 26 de junio y ofrecerse como salvador de la patria. Al parecer, nadie quiere elecciones, pero todos están trabajando para que los españoles vuelvan a las urnas. Malo, malo, menos para el PP que en su soledad de hoy aspira a encontrar el tesoro escondido, aunque tenga que balancearse sobre la cruz incómoda de la corrupción creciente que le asola.

A Rajoy nadie le quiere, nadie quiere subirse a su caballo tullido por la corrupción. Rajoy está recostado, con una brizna colgada de los labios, el ceño fruncido, mirada en lontananza a la espera del tiroteo sin darse cuenta de que el fuego cruzado le viene de su propio partido y de sus propias filas. Rajoy está consiguiendo hasta quemar a los jóvenes ayudantes de sheriff que se sacó de la manga para que actuaran como cortafuegos de lo que tiene encima. Le queda el fiel Rafael Hernando, incombustible en su cara de cemento, consumado retórico y hábil como pocos en manejar las pistolas dialécticas, pero ahí tienes a los Casado, Maillo, Levy y compañía achicharrados y sin credibilidad. Rajoy se irá o lo echarán, pero dejará tierra quemada en su huida.

Un cuarto hombre, Albert Rivera, parece estar fuera de la película de Sergio Leone, pero no es así. Sobrevuela expectante, con el viento favorable, a lo que se juega en el ruedo ibérico. De momento, está a la espera, pero será protagonista, muy a su pesar. Hasta el 2 de mayo hay tres semanas por delante de vértigo con una negociación a tres bandas donde será necesario dominar los nervios, no ponerse de perfil y no desenfundar hasta el último segundo. Se va a necesitar pulso de acero, mirada fría y estar pendiente de por dónde sopla el viento. Hay algunas cosas claras, pero que lo pueden ser menos en función de cómo se desarrollen los acontecimientos. Veamos. Los socialistas suspiran por mantener el acuerdo con Ciudadanos, con abstención de Podemos; pero no salen las cuentas. Podemos le pide, ahora, a Ciudadanos que se abstenga deje a socialistas y a podemitas gobernar. La pregunta siguiente es ¿por qué no lo hizo Podemos en la fallida investidura de Pedro Sánchez, absteniéndose? El partido morado nada quiere saber de la derecha civilizada que es Ciudadanos y prefiere ir por la vía de sumar a los partidos independentistas a un gobierno progresista del PSOE y Podemos; tampoco salen las cuentas, pero suman más. Los socialistas nada quieren saber de independentistas y en el federal del PSOE de este fin de semana se reafirmarán en la estrategia ya aprobada. Sánchez no va a tener más capacidad de maniobra que la otorgada. Y volverán a decirle, al menos desde el sur, que con Podemos ni agua.

¿Qué habrá hecho Miguel Hernández para ser mortificado como lo ha sido por Teresa Rodríguez, la lideresa de Podemos en Andalucía, comparando al poeta del pueblo con Andrés Bódalo, el concejal condenado por reincidencia en su camino violento? ¿Hasta dónde puede llegar la incultura y el fundamentalismo político? Por favor, respeto. A este paso hasta podría pedir la líder podemita a Joan Manuel Serrat y a Joaquín Sabina que pongan música a la poesía de Bódalo. Éxito seguro.