El hecho religioso

Ante algunas afirmaciones que se hacen desde diversos colectivos sociales, y sobre todo políticos, sobre el hecho religioso, me gustaría hacer una reflexión. Transcribo el artículo 16 de la Constitución: «Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley.1.- Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias. 2.- Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones». Según el CIS, a fecha de julio de 2015, el 70,6% de los españoles se manifiesta católico, el 15,1% no religioso, el 9,7% ateo, el 2,3% de otras religiones, y el 2,3% no responde. Que las fiestas en nuestro país sean mayoritariamente católicas es un dato sociológico, no sólo religioso: un porcentaje muy elevado de ciudadanos han acudido a los oficios y procesiones de Semana Santa, o celebra la Navidad. ¿Debe el Estado ignorar ese hecho que además reporta beneficios económicos? Según un diario no precisamente afecto a la Iglesia, a la Jornada Mundial de la Juventud con el Papa en Madrid (la JMJ) hace unos años, acudieron más de un millón de personas. Si en Madrid se hubiese celebrado un Mundial de fútbol, el Estado habría desembolsado dinero, y no a todo el mundo le gusta el fútbol. Es una forma de promocionar la ciudad y de conseguir ingresos. Igual en la JMJ. Si vamos al Museo del Prado, al Thyssen o a cualquier otro, o repasamos la lista de monumentos o de literatos importantes de nuestro país, encontramos múltiples referencias religiosas que han forjado nuestra cultura. La pluralidad y el respeto a otras religiones o a ninguna, no supone ignorar la sensibilidad mayoritaria de los ciudadanos. Aconfesionalidad significa proteger la pluralidad y respetar y acoger el dato sociológico. Negar lo religioso no es aconfesionalidad, es laicismo. Y el laicismo ve lo religioso como algo negativo, que hay que suprimir. La Constitución, abierta y pluralista, no dice eso.

Julián Fernández Blanco. Málaga